Esta es la primera película de una saga que se ha hecho muy famosa por sus evidentes cualidades para gustar y porque ha dado a conocer un mundo tan interesante como es el Tuning y las carreras ilegales modernas. La fama de Vin Diesel y Paul Walker, mas la muerte de este último la han mitificado de forma que se ha hecho un hueco en la historia del cine, y si bien no destaca por su calidad cinematográfica sí lo hace por la visual, y su capacidad de atraer a las masas.

Esta primera parte para mí es la mejor, porque tiene personajes e historia con profundidad suficiente como para no dejarse contaminar por el ambiente infantiloide e hipertrófico que se nos presenta, ese mundo de cochazos y tí@s despampanantes que son capaces de proferir todo tipo de vulgaridades mientras pierden sus carísimas máquinas en apuestas a ver quién tiene las gónadas más desarrolladas.

Haciendo abstracción de ese ambiente podremos ver brillar la historia de un policía cuya investigación le lleva a una gran admiración y amistad con el líder de esta banda de macarras sobre ruedas. El policía se verá en la tesitura de ser fiel a su amistad o a su deber como agente, y es ese puntillo de buen rollo entre estos dos protagonistas, apoyado en una buena historia y un guión decente lo que le da una solidez a esta entrega que no tienen las secuelas.

Acción muy macarra, bien hecha y divertida que asegura hora y media de diversión que se ha ido multiplicado en innumerables continuaciones (ya vamos por la 7), siendo unas peores y otras mejores, pero todas (exceptuando la 2 y la 3) dignas de ver.