Solos, estamos completamente solos. Solos hemos llegado, solos nos iremos. El fin del mundo está cerca, ahora: busquemos una razón para no morir solos. Ojalá que esa razón sea el amor.
Así se construye esta particular historia de amor entre un hombre y su vecina, a la sazón Steve Carell y Keira Knightley.
El hombre, ajustado a su papel de hombre bueno (que le queda bastante creíble, como en The 40-Year-Old Virgin), ve cómo la vida se desmorona frente al televisor. La soledad lo corroe y la televisión solo plantea el acabose. En la parte de abajo de su edificio, vive una mujer medio hippie que piensa en marihuana y en dormir.. tal vez también en hacer el amor. Y la casualidad ocurre (un tanto forzada). Se conocen y emprenden su aventura de viaje para encontrarse como singulares partes de un amor que, en otras condiciones, no se hubiera dado. Mas, ¿no es así de todos los amores?