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Voto de Tabernas Citizen:
9
8,2
42.064
Comedia
José Luis, el empleado de una funeraria, proyecta emigrar a Alemania para convertirse en un buen mecánico. Su novia es hija de Amadeo, un verdugo profesional. Cuando éste los sorprende en la intimidad, los obliga a casarse. Ante la acuciante falta de medios económicos de los recién casados, Amadeo, que está a punto de jubilarse, trata de persuadir a José Luis para que solicite la plaza que él va a dejar vacante, lo que le daría derecho ... [+]
22 de mayo de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mayoría de grandes directores de cine siempre han declarado que es más difícil hacer reír que llorar, que afrontar una comedía es más complicado que un drama y que, por ello, es injusto que estén infravaloradas.
Pues bien, si todo eso es cierto, lo que hizo Berlanga con "El Verdugo" tiene aún más mérito, y eleva la categoría del cineasta valenciano a la de genio universal (llegando a los niveles de Billy Wilder en "El Apartamento", superándolo si se tiene en cuenta el nivel de censura que la cinta tuvo que superar y cómo la superó).
Tratar de resumir la película diciendo que es un alegato mordaz y crítico contra la pena de muerte es quedarse corto. Ya que, la descripción y a la vez crítica que hace de la sociedad española es, sencillamente, perfecta; no sólo de la época a la que están referidos los hechos del filme (finales de los años 50), sino también de la sociedad actual (y más aún ahora, cuando la situación tanto laboral como de la vivienda es tan precaria y cuando suenan los escándalos de enchufes en trabajos y cargos en la Administración Pública).
El guión (firmado por el genial Rafael Azcona, Ennio Flaiano y el propio Luis Gª. Berlanga) es magistral. Partiendo de una idea sencilla pero muy original (aquí el que sufre es el ejecutor, no el ejecutado) se nos relata las vicisitudes de José Luis (Nino Manfredi), un hombre idealista y con el deseo de viajar a Alemania para convertirse en un buen mecánico, y de cómo deberá tragarse dichos ideales y aceptar la profesión de su suegro Amadeo (sublime el papel de Pepe Isbert, hasta el punto de no saber si es un actor o es "así" realmente) para no perder la vivienda a la que opta Amadeo como funcionario del Estado. Esta profesión no es otra que la de verdugo. José Luis conoce a su mujer, Carmen (natural y sensual interpretación de Emma Penella) por medio de Amadeo, gracias a una serie de accidentales casualidades. Los cameos (José Luis Lopez Vázquez entre otros) están estupendos.
La dirección artística también es muy acertada, simbolizando, por medio de sus hogares, lo ordenada que trata de llevar su vida José Luis (cuando aún es enterrador en una funeraria), y lo imposible de tal propósito.
En definitiva, PELÍCULA IMPRESCINDIBLE de la historia del cine en general, atemporal, que rebosa frescura, humanidad en sus personajes, crudeza, contada siempre desde un humor costumbrista y campechano, y cuyo mayor mérito radica en haber logrado retratar, tan bien, un tema tan polémico en unos tiempos tan oscuros como los de la censura.
Pues bien, si todo eso es cierto, lo que hizo Berlanga con "El Verdugo" tiene aún más mérito, y eleva la categoría del cineasta valenciano a la de genio universal (llegando a los niveles de Billy Wilder en "El Apartamento", superándolo si se tiene en cuenta el nivel de censura que la cinta tuvo que superar y cómo la superó).
Tratar de resumir la película diciendo que es un alegato mordaz y crítico contra la pena de muerte es quedarse corto. Ya que, la descripción y a la vez crítica que hace de la sociedad española es, sencillamente, perfecta; no sólo de la época a la que están referidos los hechos del filme (finales de los años 50), sino también de la sociedad actual (y más aún ahora, cuando la situación tanto laboral como de la vivienda es tan precaria y cuando suenan los escándalos de enchufes en trabajos y cargos en la Administración Pública).
El guión (firmado por el genial Rafael Azcona, Ennio Flaiano y el propio Luis Gª. Berlanga) es magistral. Partiendo de una idea sencilla pero muy original (aquí el que sufre es el ejecutor, no el ejecutado) se nos relata las vicisitudes de José Luis (Nino Manfredi), un hombre idealista y con el deseo de viajar a Alemania para convertirse en un buen mecánico, y de cómo deberá tragarse dichos ideales y aceptar la profesión de su suegro Amadeo (sublime el papel de Pepe Isbert, hasta el punto de no saber si es un actor o es "así" realmente) para no perder la vivienda a la que opta Amadeo como funcionario del Estado. Esta profesión no es otra que la de verdugo. José Luis conoce a su mujer, Carmen (natural y sensual interpretación de Emma Penella) por medio de Amadeo, gracias a una serie de accidentales casualidades. Los cameos (José Luis Lopez Vázquez entre otros) están estupendos.
La dirección artística también es muy acertada, simbolizando, por medio de sus hogares, lo ordenada que trata de llevar su vida José Luis (cuando aún es enterrador en una funeraria), y lo imposible de tal propósito.
En definitiva, PELÍCULA IMPRESCINDIBLE de la historia del cine en general, atemporal, que rebosa frescura, humanidad en sus personajes, crudeza, contada siempre desde un humor costumbrista y campechano, y cuyo mayor mérito radica en haber logrado retratar, tan bien, un tema tan polémico en unos tiempos tan oscuros como los de la censura.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Impresionante la escena en la que tienen que llevar casi a la fuerza a José Luis a ejecutar al acusado (al contrario de lo que suele ocurrir):
- Cuenta Berlanga que, esta fue la primera escena que se imaginó de la película, y que "tuve casi que rellenar hora y media de metraje para llegar a la escena de la gran estancia de paredes blancas, pero tenía claro que esa había que rodarla sí o sí."
- Para la historia en general, y para esta escena en concreto, se inspiró en lo que le contó su abogado, el cual había presenciado como un verdugo estaba destrozado horas antes de tener que ejecutar a una mujer, ya que no era costumbre ajusticiar a mujeres y, además, escuchaba los gritos y sollozos de ésta.
En la presentación del filme en Venecia, se lió un escándalo con gentes que, animadas por el cónsul de España allí, se manifestaron lanzando verduras y piedras a los taxis en los que se desplazaban los protagonistas y director hacia la Mostra. Al finalizar la proyección, se encontraron con una manifestación apoyándoles y aplaudiendo, con pancartas en contra de la pena de muerte.
La censura quiso cebarse con la película, aunque, debido a la inteligencia de Berlanga y Azcona, no pudieron "recortar" más. Sí lo hicieron con una escena en la que un funcionario de prisión probaba la altura a la que los hierros del garrote vil debían colocarse, mientras otros compañeros se burlaban de él. También censuraron el sonido que la maleta de Amadeo hace cada vez que la apoya en algún lado (con los hierros para el cuello y demás dentro de la misma). Se censuraron también las partes en las que el protagonista manifiesta su deseo de salir del país, para formarse en el extranjero (Alemania).
Genial la crítica realizada a los funcionarios públicos (pidiendo miles de papeles para no dar facilidades al que solicita un puesto de trabajo) y a los artistas (escritores) de la época, con esa ignorancia sobre la cultura foránea de la que hacen manifiesto.
- Cuenta Berlanga que, esta fue la primera escena que se imaginó de la película, y que "tuve casi que rellenar hora y media de metraje para llegar a la escena de la gran estancia de paredes blancas, pero tenía claro que esa había que rodarla sí o sí."
- Para la historia en general, y para esta escena en concreto, se inspiró en lo que le contó su abogado, el cual había presenciado como un verdugo estaba destrozado horas antes de tener que ejecutar a una mujer, ya que no era costumbre ajusticiar a mujeres y, además, escuchaba los gritos y sollozos de ésta.
En la presentación del filme en Venecia, se lió un escándalo con gentes que, animadas por el cónsul de España allí, se manifestaron lanzando verduras y piedras a los taxis en los que se desplazaban los protagonistas y director hacia la Mostra. Al finalizar la proyección, se encontraron con una manifestación apoyándoles y aplaudiendo, con pancartas en contra de la pena de muerte.
La censura quiso cebarse con la película, aunque, debido a la inteligencia de Berlanga y Azcona, no pudieron "recortar" más. Sí lo hicieron con una escena en la que un funcionario de prisión probaba la altura a la que los hierros del garrote vil debían colocarse, mientras otros compañeros se burlaban de él. También censuraron el sonido que la maleta de Amadeo hace cada vez que la apoya en algún lado (con los hierros para el cuello y demás dentro de la misma). Se censuraron también las partes en las que el protagonista manifiesta su deseo de salir del país, para formarse en el extranjero (Alemania).
Genial la crítica realizada a los funcionarios públicos (pidiendo miles de papeles para no dar facilidades al que solicita un puesto de trabajo) y a los artistas (escritores) de la época, con esa ignorancia sobre la cultura foránea de la que hacen manifiesto.