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España España · Zaragoza
Voto de Paco Ortega:
9
Drama Gran Bretaña, en un futuro indeterminado. Alex (Malcolm McDowell) es un joven muy agresivo que tiene dos pasiones: la violencia desaforada y Beethoven. Es el jefe de la banda de los drugos, que dan rienda suelta a sus instintos más salvajes apaleando, violando y aterrorizando a la población. Cuando esa escalada de terror llega hasta el asesinato, Alex es detenido y, en prisión, se someterá voluntariamente a una innovadora experiencia de ... [+]
10 de febrero de 2009
31 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Han pasado más de treinta y cinco años desde el estreno de esta película inspirada en la novela de Anthony Burges publicada en 1962. Recuerdo vagamente la conmoción que en su momento causó, y el escándalo que provocó en algunos sectores de la política inglesa, país en donde todavía es considerada como subversiva. Parece como que ha ocurrido el fenómeno de que las cosas se han colocado en su sitio, las piezas han encajado a la perfección: la realidad le ha dado la razón a las intuiciones que contenía.

La violencia era entonces un fenómeno no socializado. Estaba circunscrito en el imaginario colectivo a ciertos lugares en el mundo, y cuando aparecía en alguna de nuestras ciudades se presentaba como un fenómeno excepcional, carnaza para la prensa especializada. Algo así como la prensa basura de ahora. Esta percepción podía ser equivocada, y sin duda lo era, pero era la que se tenía entonces. Todavía estábamos muy lejos de las pandillas racistas organizadas, de la violencia de género sistemática, de los agresivos porteros de discoteca, de las mafias que ahora controlan este tipo de cosas a la luz del día y ante una cierta indiferencia de los poderes públicos.

Por estas razones, Kubrick, una vez más, se convierte en un fantástico visionario, que le pone el termómetro al paciente antes de que se ponga verdaderamente enfermo.

Porque lo que nos cuenta no es la peripecia individual de un joven con inclinaciones violentas, o incluso asesinas, y sus colegas de destrozos e ignominia. De lo que habla la película es de la violencia estructural, de la violencia que se encubre bajo las buenas formas sociales, de la manipulación política de la violencia: es decir, de los temas que ahora nos preocupan.

Y el director curtido lo hace con todo su talento cinematográfico, consiguiendo interpretaciones medidas al extremo, que están en su justo punto, como la de Malcom McDowell; con una perfección formal apabullante: imágenes poderosas, iluminación y fotografía excepcionales; con un guión eficaz y brillante; con una banda sonora que encaja a la perfección con el conjunto, como ya le había ocurrido en 1968 con su “2001, una odisea en el espacio”.

Cine, pues, de grandes proporciones, de gran calidad y rigor. La turbadora “Naranja mecánica” ha mejorado con los años conservando su saludable acidez.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Paco Ortega
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