Redención es la secuela de Profanación, una serie de películas que relatan los casos en los que trabaja el Departamento Q y que están basadas en las novelas del mismo nombre, escritas por el danés Jussi Adler-Olsen. He de decir antes de continuar con la crítica, que no he visto Profanación pero ni es necesario para entender y seguir Redención y que esta es lo suficientemente buena como para que te entren ganas de ver la precuela, ¡al menos yo voy a hacerlo!
¿Qué nos ofrece pues Redención? Un thriller policíaco con todas las de la ley (jaja, léase el chistaco aquí, que me ha costado): un policía con su cinismo, sus problemas mentales y su odio al mundo. El compañero del policía, el tipo duro de buen corazón. La ayudante de ambos, chiquilla simpática, inteligente y un tanto rarita. La rubiaza necesaria porque toda película necesita una rubiaza que se lance miraditas golosonas con el prota y hacer sentir que va a recuperar la fe en la humanidad y el mundo. Y por último, el malvado que es muy malo y hace cosas horribles sin el cual no habría película.
La historia comienza cuando una misteriosa botella con un mensaje dentro llega a manos de la policía, ésta viendo que hay muestras de sangre en la misma decide derivar el caso al Departamento Q. A partir de aquí la historia se complica, niños secuestrados en comunidades religiosas, ausencia de pruebas, no hay muestra de denuncias al respecto por parte de los adultos responsables… La trama se va resolviendo a lo largo de casi dos horas que te mantienen pegado al asiento. La labor de Mikkel Nørgaard como director es espectacular, sabiendo manejar el ritmo de la película de modo que las escenas de intriga y de acción trepidante, de esas que te vuelven el estómago del revés, hacen que te pegues al asiento del cine y te quedes sin aire mientras se suceden, se intercalen con escenas más pausadas puramente emocionales que permiten al espectador una breve pausa y un respiro emocional. Esto se puede apreciar sobre todo con el uso de la música cuya presencia se hace notoria con una gran banda sonora instrumental y cuyas ausencias han aprovechado para enfatizar los momentos dramáticos y aquellos de acción pura.
Además, si como yo no sois unos grandes amantes de las películas policíacas y de acción porque normalmente suelen ser bastante planas, ¡esta os va a encantar! Ya que el caso policial sirve sobre todo como excusa para la reflexión sobre un tema complejo e intrincado como es el de la religión y el fanatismo religioso, tan de moda en nuestros tiempos: ¿existe un ser superior? ¿Es buena la religión, sea del tipo que sea? ¿Necesaria incluso? ¿En qué punto la religión se convierte en fanatismo? ¿La falta de respeto es solo entre religiones, o también abarca a los no creyentes? Estas son algunas de las preguntas que el guión nos lanza a los espectadores y a las cuales no da respuesta, invitando solo a una reflexión velada en ocasiones y totalmente abierta en otras.
En cuanto la fotografía está muy bien cuidada, con un estilo particular que se aleja de aquella utilizada en los thrillers americanos a los que estamos más acostumbrados. Presenta además durante todo el metraje unos paisajes espectaculares, dando la impresión a veces de ser un anuncio de: visita Dinamarca y sus maravillosos prados de flores y casitas al borde del mar.
En resumen, una película muy bien tratada, desde el punto de vista de la fotografía, la música y el tempo. Con una trama más compleja de lo que parece y cuyo ritmo consigue que las dos hora se te pasen en un suspiro. Totalmente recomendable para aquellos a los que les gusten las películas con asesinos, misterio, pistas, crimen, persecuciones, tiros… y que además quieren ir un pasito más allá y aprovechar para reflexionar sobre algunos temas un poco más trascendentes. ¡Lo mejor de los dos mundos!