Hubo un tiempo, no tan lejano, sitúese usted entre finales de los 90 del Siglo Pasado y principios del Nuevo Milenio, en los que M. Night Shyamalan, con perdón de la grosería coloquial, era la polla, el prototipo perfecto para el Hollywood comercial de calidad, poseedor de una técnica narrativa precisa, que además, se apoyaba en un eminente acabado técnico, factores ambos sobre los que suelen resumirse las mejores producciones cinematográficas.

Marcado con ese poderoso estigma, de ofrecer siempre al respetable un inevitable final de relumbrón, la sorpresa se fue poco a poco apagando, dejando paso a proyectos más personales, que en ningún caso contaron con el favor del público, algo que estuvo a punto de apagar tan brillante estrella, hasta que en 2015, la Blumhouse, división de La Universal para asuntos terroríficos, salió al rescate del realizador de origen hindú, dándole la oportunidad de hacer "La Visita" (2015), un modesto film de suspense, que en parte, recuperaba buenas sensaciones de su cine pretérito, pese a tener que soportar el peso inestable que suele provocar ese molesto estilo, conocido como metraje encontrado.

Con el impulso justo, pero suficiente para iniciar su particular remontada, Shyamalan perpetra nuevamente, con el apoyo de la misma productora, su regreso a lo que mejor sabe hacer, el diseño de vehículos del mejor suspense, con la alargada sombra del maestro Alfred Hitchcock planeando sobre cada decisión estética y argumental, lo cual, y hablando estrictamente a nivel cinéfilo, resulta siempre un hallazgo incuestionable.

Con su habituales marcas de estilo, el realizador pone en marcha su particular universo, dominado por esas 23 personalidades que contemplan a su protagonista, un individuo en constante lucha contra su parte más oscura, contra la que parece estar perdiendo terreno, tras secuestrar a tres chicas y encerrarlas en un sótano.

Del reparto, destaca el esfuerzo de James McAvoy, un actor destinado siempre a perfiles más amables, obligado aquí a mostrar una vena siniestra, de la que sale bastante airoso, bien acompañado por jóvenes y convincentes intérpretes femeninas, y el temple de la veterana Betty Buckley, a la que muchos recordarán en su papel de Miss Collins en la mítica Carrie (1976), del maestro Brian De Palma.

Finalmente, es de justicia recomendar a los que, como un servidor, disfrutaron del mejor cine del realizador, acudan sin reservas a la llamada de "Múltiple", si como se suele decir, lo que cuenta es el final, y en eso Shyamalan es un verdadero genio, este es un film diseñado milimétricamente para perdurar en la memoria del tiempo, abrazando ese entusiasmo que muchos creían perdido, y que sencillamente, y como suele ocurrir con los buenos cineastas, solo se encontraba temporalmente aletargado.



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