El personaje creado por Robert E. Howard hace más de 50 años es todo un filón de ideas para el mundo de lo fantástico, su riqueza es equiparable a la de Tolkien, de quien por cierto, era contemporaneo.

Es una lástima que de un universo con tanto potencial aún no hayamos tenido una adaptación realmente fiel a la obra de Howard, dejando claro que el film de John Millius -1982- es una obra maestra indiscutible, ciertamente se desmarcaba del texto original para buscar otros caminos épicos, por suerte muy bien trazados y mejor orquestados. - Lo de Basil Poledouris en la BSO es leyenda -

¿Que tiene entonces este Conan de interés?, poco, buenas intenciones pero un resultado bastante pobre, la que podía haber sido una adaptación fiel a Howard y compatible con el film de Millius se queda sin conseguir ni una cosa ni la otra.

Su primera mitad es interesante, nos inicia con buenas dosis de testosterona en bruto, nos muestra al Conan pirata, libertador, demasiado sobrado eso si, - Jason Momoa, alias Khal Drogo, da la talla - lo que hace que el resto de personajes resulten vacíos, sobre todo los villanos, que no tienen carisma alguno, no vemos apenas sufrir al héroe, lo cual es un lastre sin duda.

En su segundo tramo es cuando la cinta resulta de lo más olvidable, todo por el empeño de los grandes estudios en convertir las películas en parques de atracciones para el espectador. Buena culpa de ello la tienen Marcus Nispel, un director sin personalidad acostumbrado a rodar de la forma más convencional y facilona posible, se le agradece su brutalidad, pero su falta de carisma trás la cámara es alarmante.

Un film tristemente prescindible.