Una de las obras maestras más emotivas y sensibles de la historia del cine japonés y universal.

Yasujiro Ozu dirige esta joya inmortal que, recogiendo influencias de una de las grandes películas de Leo McCarey, "Dejad Paso Al Mañana" (1937), acomete con tono sosegado e introspectivo una profunda reflexión sobre el enfrentamiento generacional, las disputas familiares, la soledad en la vejez, el egoísmo, o la inexorabilidad del transcurrir del tiempo, todo ello abordado por Ozu con un talento descomunal y desde una absoluta madurez y afectividad por la historia y los caracteres que componen este enternecedor relato aparentemente sencillo pero profundamente complejo en lo emocional.

La narración pausada del influyente cineasta nipón nos ubica casi físicamente en el escenario de la acción, haciéndonos cómplices de las profundas emociones que refleja en las caras de los personajes, a lo cual ayuda en gran medida su serena puesta en escena y una trabajada y cuidada planificación, destacando la quietud de sus planos fijos o la colocación en ocasiones de la cámara al nivel del suelo con la intención de implicar totalmente al espectador en la historia, consiguendo contar la cotidianeidad más trivial y el orden natural de las cosas sin necesidad de fútiles estridencias ni aspavientos innecesarios que distraigan nuestra atención, sino con enorme sutileza, profundidad y delicadeza.

Yasujiro Ozu, ese gran poeta de lo cotidiano, realizó en "Cuentos de Tokio" una perfecta disección del Japón de posguerra y de la familia trabajadora que protagoniza este drama impregnado de una conformista melancolía y plagado de inolvidables momentos que desbordan ternura y lirismo.