Una serie simpática y hasta disfrutable desde la falta de prejuicios y el espíritu puramente festivo, que hace del anacronismo figura de estilo y triunfa al remitirse sinvergonzonamente a películas de parecidas intenciones a las que saquea sin miramientos, como "Vidoq" o la notable "El pacto de los lobos". Fracasa sin paliativos cuando trata de equipararse a obras serias como "Roma", provocando, más que nada, risa floja y carece de cualquier tipo de rigor histórico (aunque tampoco lo pretenda), cambiándolo por el desenfreno "campy" y un sentido aventuresco tan emocionante como tontamente "naïf", que se inscribe (a saber si voluntariamente) en la tradición del tebeo español, propuesta en tiempos por la Editorial Valenciana o Bruguera, a través de personajes como "El pequeño luchador", "El Cachorro", "El espadachín enmascarado", "El guerrillero audaz" o "El aguilucho", entre tantísimos. Mediocremente interpretada (los niños espantosos, Myriam Gallego, "a là Valmont", tiene el defecto de muchas actrices españolas, no habla, susurra y el resto del reparto es como poco, irregular) y pendiente de un escenografía de cartón-piedra por momentos sonrojante (amén de ese molesto tembleque de cámara). Aún así seduce por su desembozado tono folletinesco en el que todo es posible (conspiraciones, traiciones, amores contrariados o interesados, duelos, escorribandas, malos malísimos y buenos buenérrimos,...) y por traer el aroma inconfundible del cine europeo de género, al estilo barato y entrañable de filmes como "La máscara de Scaramouche", "El león de San Marcos", etc... Un divertimento gozoso por momentos tan delirante, falto de sentido del ridículo y trepidante que no puede menos que hacer sonreír.