Un correcto film de intriga que se hace muy ameno. El ritmo del visionado es el mejor posible, pues resulta sumamente dinámico durante sus trepidantes 77 minutos. La trama transcurre en la ciudad de San Francisco. Allí, el testigo de un asesinato desaparece por arte de magia. Su mujer, que no le conoce para nada, se verá envuelta en una búsqueda frenética para hallar su paradero mientras, al mismo tiempo, huye de la policía que también está detrás de él. Una historia que se hace más interesante conforme va avanzando. La tensión crece a medida que el final se aproxima, y los personajes ayudan, y mucho, a que todo esto suceda. El reparto destaca con interpretaciones convincentes. La banda sonora también tiene su importancia, y lo cierto es que acompaña a las escenas de una forma más que correcta. Puede que vista a día de hoy parezca una película simplona, pero la pura verdad es que antes no era necesario que el metraje fuera largo. Su encanto en parte radica en su sencillez, y, por supuesto, en que no se anda con rodeos y va directamente al grano, algo que actualmente no se hace demasiado. Creo que les agradará tanto a aquellos a los que les gusta el cine clásico como a los que no, ya que nunca deja de ser entretenida.