Haz click aquí para copiar la URL
España España · Badajoz
Voto de Weis:
7
Acción. Romance. Fantástico Corre el año 859 d.C. y la dinastía Tang, una vez floreciente, ha entrado en decadencia. El malestar se extiende por todo el país, y el corrupto gobierno tiene que enfrentarse en todas partes con ejércitos rebeldes. El más poderoso es el de la "Casa de las Dagas Voladoras", que se está haciendo cada vez más fuerte gracias a un nuevo y misterioso líder. Dos capitanes, Leo y Jin, reciben la orden de capturarlo y para ello elaboran un ... [+]
5 de febrero de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La filmografía del chino Zhang Yimou viene a representar o, más bien, a evocar esa concepción de espectáculo grandilocuente, embelesador y dionisíaco de que ha sido dotado el cine desde sus orígenes y que el siglo XXI, provisto de grandes avances tecnológicos y visuales, ha llevado hasta cotas realmente elevadas.

Nos encontramos ante un cine donde la belleza plástica y artística de las imágenes proyectadas fluye como un torrente hacia nuestros ojos, que caen rendidos y absortos ante un espectáculo audiovisual compuesto de una fotografía de colores primarios y preciosistas, minuciosidad manierista en la composición de imagen, un evocador sentido lírico en su tratamiento visual y emotivo, así como su condescendencia hacia la épica.

“La casa de las dagas voladoras” supone la segunda incursión de Yimou, después de su éxito internacional “Hero” (2002), en el género Wuxia, que significa “héroes de las artes marciales” y que caracteriza a la literatura y el cine chino. Es en esta película donde el realizador lleva al paroxismo sus ínfulas barrocas, desarrollando un mosaico abigarrado de colores y movimiento donde los elementos esteticistas priman sobre los argumentales, algo que bien le ha caracterizado durante toda su trayectoria.
Las memorias de la legendaria dinastía Tang y los ejércitos rebeldes están dotadas de una progresión dramática muy bien conducida que desembocan en estallidos visuales de incontinencia creativa y son los que sustentan el espectáculo sin desatender la profundidad de los caracteres de los diferentes personajes implicados. Yimou parece en esta película más esforzado en que ese empaque visual que engrandece las emociones de una historia de apuntes épicos y románticos no caiga en el mero embalaje preciosista y derive, al igual que en otras de sus cintas como la posterior “La maldición de la flor dorada”, en aspectos de corte culebronesco, resonancias temáticas y ademanes afectados y sentenciosos en torno al amor, la lealtad, la venganza o el deber.

Este film, por tanto, presenta un equilibrio en su confluencia entre acción y drama, posee una estética cautivadora con mucho estilo y color, una cuidada y mimada representación de los detalles íntimos con suspensiones de trances emocionales con lugar para miradas expresivas y sentenciosas, así como unas secuencias de batalla bellamente coreografiadas y sofisticadas en las artes marciales con trazos fantásticos que parecen haber sido heredadas de grandes maestros asiáticos como Akira Kurosawa o King Hu.
La suma de drama, acción, aventura, fantasía, misterio, intriga, artes marciales y romance bien podría recordar en proximidad temática y temporal a la cinta que, dos años antes, dirigiera Ang Lee con enorme éxito mundial: “Tigre y dragón” (2000). De hecho, ya se asegura con Hero el interés y deseo de Yimou por cambiar de registro, investigar nuevos géneros y aprovechar la estela que caracterizó al film taiwanés. Hasta entonces, la filmografía del realizador chino se había caracterizado por los dramas rurales de esplendoroso dramatismo , como “La linterna roja” y “El camino a casa”, o esporádicas incursiones en la comedia moderna como “Keep cool” o “Happy times”.

Por lo que respecta al argumento, la fábula romántica está tratada con una habilidad que le permite dotarla de dimensiones de intriga, tensión, intimidad y sorpresa así como de engaños cruzados, que la convierten en una valiosa pieza de orfebrería narrativa.
Cabe destacar en sus pasajes coreográficos más bellos: el baile en Peonía, la batalla en el campo de las flores, el enfrentamiento en el paisaje nevado y, por supuesto, el asalto en el bosque de bambú, un prodigio de acción poética antigravitatoria y espectacular que cautiva por completo los sentidos del espectador. Pretextos para el refinamiento estético, las ensoñaciones acrobáticas y una histeria visual tan delirante como desbocada.
Sin embargo, dado que toda obra que suscite de interés y análisis presenta sus pros y sus contras, esta película, y en general la trilogía de Yimou sobre el género Wuxia, oscila y pendula entre atisbos de frialdad e impersonalidad al olvidar poner la narración al nivel del espectáculo. Ello provoca que cualquier intento de dramatismo, intensidad o congoja pretendida no actúe de forma tan notable en la reciprocidad emocional del observador, que por momentos puede percibir la función como un fugaz e inconsistente entretenimiento, técnicamente deslumbrante e irreprochable pero más vacío de lo que parece.

La banda sonora, elementos muy cuidado en la cinematografía asiática, corrió a cuenta del maestro Shigeru Umebayashi, que ya compuso las melodías de la maravillosa “Deseando amar” de Wong Kar-Wai. La partitura que entrega en “La casa de las dagas voladoras” ofrece elementos de percusión y viento, con cadencias inspiradas en viejas melodías guerreras chinas. Es acompañada por el trabajo fotográfico de Zao Xiaoding, con quien Yimou ha trabajado en varias ocasiones, que presenta hermosos paisajes panorámicos, un cromatismo embriagador y una predominancia de colores fríos que, junto a su potente vestuario, convierten a la obra en una fantasía visual recargada, barroca y épica que proporciona un gran festín de emociones.
Weis
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow