La frase “el cine de terror ya no es como antes” viene llenando la boca de los amantes del género durante las últimas décadas y realmente hay motivos para pensarlo. Las historias macabras y perturbadoras se han convertido en una fábrica de dinero para los estudios que, eliminando la posibilidad de producir productos arriesgados, se dedican a fabricar en masa los que tienen una menor calidad, pero que cumplen con su cometido sin hacer esmerar demasiado a un espectador ansioso de evasión. Lo peor es cuando algunas películas están cubiertas de un maquillaje barato que sirve solamente para prometer un aspecto que luego no tiene nada que ver con su interior, algo que después nos decepcionará al no tener nada que ver con lo que nos habían vendido. El milagro es que de tanto en tanto aparece alguna película que, al descubrir lo que hay tras su maquillaje, nos deja sorprendidos. Su uso no es tapar un producto feo o de mala calidad; es justamente una capa magnífica que oculta algo todavía mejor.

Esta película dirigida por el director español Jaume Collet-Serra y escrita con mucho talento por David Johnson y Alex Mace nos cuenta la historia de Kate y John, una pareja traumatizada por la muerte del bebé que esperaban. Junto a sus otros dos hijos, la pareja decide adoptar una niña para poderle ofrecer todo el amor que nunca pudieron dar a la pequeña Jennifer. Así encuentran a Esther, una misteriosa e inteligente niña que parece ser la perfecta criatura traer a sus vidas. Sin dudarlo, Kate y John eligen a Esther como la nueva miembro de su familia. No obstante, todo no saldrá como ellos pensaban y la niña comenzará a comportarse de un modo muy extraño.

A simple vista la historia resulta de lo más convencional y recuerda a otras películas del mismo año de estreno, como "Expediente 39" (Christian Alvart, 2009). Las diferencias pueden equipararse, tal como referíamos al inicio de esta reseña, a un simple maquillaje barato con olor a circo de pueblo y un maquillaje que sutilmente cubre algo sin ocultar realmente su verdadera belleza. Por ello, "La huérfana" resulta ser una película con muchas virtudes que encuentran su núcleo más importante en un guión acertado y maravillosamente escrito que construye personajes, los zarandea con sus temores más profundos y los sitúa en un abismo de terror del que costará mucho escapar. Ese abismo encuentra su punto álgido en un final de obligada mención, que bien puede estar al nivel de las ya míticas "El sexto sentido" (M.Night Shyamalan, 1999), "Los otros" (Alejandro Amenábar, 2001), o "Saw" (James Wan, 2004).

Estos triunfos no solo corresponden al trabajo de los guionistas, ya que sin la firme dirección de Collet-Serra podrían ser solamente pequeños giros sin importancia. El director consigue meternos en la seca y tensa piel de la desgraciada Kate y nos hace vivir la historia a través de sus ojos, un punto de vista más que acertado y que conducirá al espectador a través del desarrollo de su relación con la enigmática Esther. En el conjunto se percibe una dirección que va desde la capa más gruesa (con un inicio realmente impactante) hasta la más fina y secreta de los personajes, haciendo ver a los protagonistas que el afeite que suponía Esther en sus vidas terminará teniendo unas reacciones irreparables.

Nos encontramos ante un film de personajes que se acerca más al drama de terror que al puro terror, donde las personalidades se encaran con elegancia y mucho gusto por un dúo de actrices entregadísimas. Vera Farmiga sabe dar vida a alguien a quien los años empiezan a pesarle más que las desgracias que ha vivido, y la fuera de serie Isabelle Fuhrman, interpretando a la perniciosa Esther, demuestra una insólita madurez para su corta edad, que va mucho más allá de las caras de niña poseída de manual. Ambas consiguen dar a la historia una dimensión que amplía los ya mencionados aciertos del guión, y hasta nos atrevemos a decir que la encarnación de la joven Fuhrman conseguirá ser recordada para siempre en los anales del cine de terror como uno de los dibujos de personaje infantil más perturbadores.

Quienes deseen encontrar una de esas películas que hace tiempo que no se hacen, aquellas que no eran mentirosas sino sorprendentes, están de suerte con "La huérfana". Una película que va de frente desde su sutil cartel promocional en el que un “simple” rostro ya nos deja claro que no nos encontramos ante algo efectista, sino ante la invitación de conocer a Esther y a su enigma. Aquí tenemos maquillaje del bueno, del que no huele, del que es bello y deja mostrar las virtudes del rostro original. Un maquillaje que, igual que las pinturas fluorescentes usadas por la protagonista, oculta algo terrorífico y perverso que está muy por encima de una simple “historia de niña mala”. Siéntense en sus asientos y contemplen las bonitas pinturas de una inocente niña que al apagar las luces revelarán un terror malicioso que no imaginaban y que ha permanecido oculto tras un maquillaje que por fin ha sido destapado.

Lo mejor: Sin duda su sorprendente y terrorífico final.

Lo peor: Centrada en la solvencia de su trama, la película puede descuidar a veces una profundidad que termine de convertirla en algo perfecto.

Para más críticas del género consulta el blog "Terror Crítico": http://terrorcritico.wordpress.com