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Voto de David Mudarra:
2
Aventuras. Western. Acción En 1853, el idealista William Walker (Ed Harris) es un médico, abogado y periodista que encabeza una cruenta y bárbara invasión de Nicaragua a petición de Cornelius Wanderbilt, un ambicioso capitalista. Apenas logrado su objetivo, Walker se autoproclamó presidente del país, guiado por la creencia de que los Estados Unidos tienen un derecho moral de ”proteger a nuestros vecinos de toda opresión”. (FILMAFFINITY)
21 de mayo de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pintoresco filme que plasma con singular ironía y mofa un suceso real ocurrido en Nicaragua bien avanzado el siglo XIX.
Alex Cox, que en otros trabajos ya había narrado sucesos que suelen tener que ver con el presente, narra el filme como si de un suceso grotesco se tratara. Lleno de personajes pintorescos, desarrapados, sucios y malolientes y perfectos ejemplos de los defectos humanos. Comandando a todos ellos esta Walker, un personaje lunático (o así se nos presenta al menos), inteligente (pero lleno de delirios de grandeza) que combina algunos aciertos con verdaderas tropelías.
El filme es entretenido, pero no bueno. Pretende ser no ya desmitificador (cosa que no era necesaria después de cómo se nos presenta al héroes y sus impresentables hombres), sino que, por medio de elementos modernos que no nombraré, presenta un claro paralelismo a aquella situación histórica, casi una anécdota en los libros de historia, con la situación actual (estamos en los años ochenta). Asi, se nos muestra al final de la peli imágenes televisivas de sucesos actuales de aquellos años ocurridos en Nicaragua. Por si no lo sabíamos, se nos dice que en los tiempos actuales los norteamericanos siguen haciendo prácticamente lo mismo que en aquellos años de Walker, algo profetizado por el propio señor, que dice en un momento dado de la peli a los lugareños que los yanquis jamás dejaran las tierras de Nicaragua, que se podrían ir un día pero que sin duda volverán.
El filme lo muestra de una forma simplona y sin ningún tipo de refinamiento estilístico, pero la realidad lo confirma. Eso es lo triste, al menos en mi opinión.
David Mudarra
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