A principios de los 50, la ciencia-ficción de serie B aún bebía de los conceptos y la estética de los seriales de Flash Gordon y Buck Rogers de los años 30. Y eso que al final, acabarían metidos en la carrera espacial y en la posibilidad real de llegar a la Luna. Pero en este filme eso aún no lo vemos. Los soviéticos aún no habían lanzado el Sputnik -fue en 1957- y se nota. Un guión infantil, unos astronautas llegarán a un Marte donde los marcianos, vestidos de fantasía, viven bajo Tierra, y miran a nuestro planeta con ojos golosos. Como en todos estos filmes, tendremos romances y cierto machismo de garrafón, con las marcianas vestidas como pin-ups, con unas nada-faldas muy cortitas y esos comentarios sobre la cocina por parte de la científica terrestre. Estas chicas las seguiremos viendo en otros filmes, como las cat-women de la Luna.

Lo del vestuario merece capítulo aparte, puesto que los astronautas, una vez vivan en Marte, llevarán unos escudos graciosísimos en el pecho, con un cohete, como si fuesen caballeros medievales. No obstante, no veremos demasiada tecnología "sorprendente". Se reciclaron decorados de otros filmes y se rodó en cinco días, así que tuvieron poco tiempo para inventarse aparatos misteriosos. Curiosamente, los astronautas terrestres no tienen un traje como tal, sino que van vestidos de pilotos de aviones, con su cazadora y su gorrita.

El filme es uno de tantos. Ingenuo, naïf. Lleno de tópicos. Si los ves seguidos, parece que veas la misma historia con distintos actores. Entretiene si te gustan los productos de aquella época.