Muchas cosas pueden decirse sobre The Avengers desde lo más memorable con lo que esta cinta seduce hasta lo menos atractivo de este producto de industria marveliana. Lo que es inobjetable aquí es que The Avengers, como en su momento lo hicieron películas de su temática como Superman, Spider-man 2, Iron Man o The Dark Knight, marca un antes y un después dentro del género y da por sentado que éste apenas se encuentra en una etapa de pleno crecimiento. He aquí una de las razones por las cuales el cine superheróico ya es un género por sí sólo y demuestra, con hechos y verdades, que está para mucho más de lo que aparenta. The Avengers es indudablemente una obra maestra dentro de su status, porque introduce a este grupo de héroes comandados por la justicia y unidos por causas que los afectan por igual para enfrentar a las fuerzas de un mal (Tom Hiddleston/Loki) que ya es todo un hito cinematográfico. La dirección de Joss Whedon es en todo momento inteligente y eficaz en el intento por complejizar el panorama en el que se plasman estos protagonistas, teniendo en cuenta que a todos nos atraen los conflictos internos en cualquier historia y que los superhéroes no habrían por qué estar ajenos a ellos. Aquí no hay unión porque sí, no hay amistades porque sí ni existen afectos porque sí. Todo tiene una razón de ser, un principio y, ante todo, una verdad. Y eso es lo que más prevalece en esta épica cinta, para luego convertirse en el espectáculo visual que regala que, sin ánimos de ofender a nadie, pero debe ser el más voluptuoso y fenomenal en años. Marvel entrega su mayor y más ambicioso proyecto de su historia, y para redondear su trabajo, hablamos de una obra exquisita en materia audiovisual, penetrante y medidamente profunda, y una cita obligada en cuanto oímos a los nombres que se hallan bajo su arco argumental.