Una se pregunta después de ver esta película cómo es posible que, con el trabajo, tiempo y dinero que cuesta hacer cine, ninguno de los responsables del engendro se haya dado cuenta de todos esos miles de fallos de guión que tiene y que ya han sido profusamente señalados en críticas anteriores. Un simple espectador los ve al vuelo y ellos no los han visto, qué bien.

Y la sensación final es: simple tomadura de pelo. Alguien ha hecho una película sin molestarse ni en revisar el guión ni siquiera en visionarla con un mínimo de atención antes de estrenarla, dando por sentado que el espectador es imbécil y no se va a percatar de la estafa. Lo dicho, muy muy mala. Eso sí, si le echas un poco de sentido del humor te puedes descojonar viéndola. Y siempre puedes hacerlo en plan reto con lo amigos, a ver quién caza más errores.