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Voto de Talía666:
1
7,2
72.601
Cine negro. Thriller
España, a comienzos de los años 80. Dos policías, ideológicamente opuestos, son enviados desde Madrid a un remoto pueblo del sur, situado en las marismas del Guadalquivir, para investigar la desaparición de dos chicas adolescentes. En una comunidad anclada en el pasado, tendrán que enfrentarse no sólo a un cruel asesino, sino también a sus propios fantasmas. (FILMAFFINITY)
31 de marzo de 2015
64 de 89 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entiendo perfectamente los 10 Goyas de "La isla mínima" (bueno, menos el de Nerea Barros, que sinceramente ni lo entiendo ni entiendo a quien la eligió en el casting para hacer de madre de las dos niñas, porque una de dos, o debía de estar borracho o estaba loco por tirársela).
Pero bueno, a lo que iba: ésta es una historia apasionante, se bebe del tirón, el tiempo se pasa volando, la fotografía es una maravilla, hay tensión, hay misterio, hay personajes emblemáticos...
Hay de todo, menos un mínimo de coherencia en el guión. Y ya paso directamente a despotricar a saco y a hacer preguntas incómodas:
Pero bueno, a lo que iba: ésta es una historia apasionante, se bebe del tirón, el tiempo se pasa volando, la fotografía es una maravilla, hay tensión, hay misterio, hay personajes emblemáticos...
Hay de todo, menos un mínimo de coherencia en el guión. Y ya paso directamente a despotricar a saco y a hacer preguntas incómodas:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
1. Cómo se mete un triste choricillo de mierda, por muy guapo que sea, en el coche de dos experimentados polis sin que se den cuenta.
2. Por qué sistemáticamente en los interrogatorios, cuando los sospechosos empiezan a ponerse nerviosillos, los dejan ir tranquilamente y pasan a otro plano.
3. Por qué no averiguan lo ocurrido simplemente presionando un poquitín al guaperas, a la cuidadora del cortijo o a la chica.
4. Por qué la madre de las dos niñas muertas, una campesina curtida por una dura vida de penalidades y presa de un matrimonio desgraciado con una bestia parda, parece una modelo, se mueve como una modelo y todo el tiempo tiene pinta de estar posando para el Vogue, incluso en el entierro de sus hijas. Eso sí, de luto riguroso, faltaría más.
5. A qué viene la subtrama del narcotráfico. No lleva a ninguna parte, no tiene nada que ver con el meollo. Simplemente la arrancan y luego, sin explicación ninguna, la dejan en punto muerto. Esas cosas no se hacen en una buena película.
6. Por qué el personaje de Javier Gutiérrez (que por cierto es, con mucho, lo mejor de la peli, está magnífico y se merece ese Goya hasta la médula), con la enfermedad que tiene, que debe de ser bastante dolorosa, y no me quiero imaginar hasta qué punto, está casi todo el tiempo más chulo que un ocho y se pega esas tremendas juergas nocturnas. Si algún señor prostático me lo pudiera explicar...
7. Por qué del niño guapo no sospecha nadie en el pueblo. Un montón de muchachas desaparecidas que todas han sido novias del mismo chaval y la guardia civil ni le pregunta. Esto parece, vive Dios, una crítica soterrada a las limitadas capacidades de nuestros beneméritos.
8. Cómo es posible que en un pueblucho de mierda (por muy bonito que sea el entorno) se den tantos males juntos. Porque vale, el asesino es uno, pero además tenemos al chulazo, al cacique, al juez, a la señora que alquila el cortijo, a los narcos... Vamos, Sodoma y Gomorra a la andaluza. Quién da más.
9. Y con el cacique del sombrerito y las manos finas y perfumadas qué pasó. Parece que a nadie más que a mí le interesa el final de esa historia paralela. Porque si sólo era para despistar por lo menos que hubieran dejado un desenlace medio qué, para no dejarnos con la terrible incógnita.
En resumidas cuentas, que Alberto Rodríguez tiene buena madera de director pero como guionista deja mucho que desear.
Y es una pena, porque la historia tiene su aquél y podía haberle salido un peliculón, si no fuera por la cantidad de cabos sueltos, historias inconclusas y elementos inexplicables que la dejan en simple intentona, y encima mala.
Con todo y con eso, le ha salido del diez (y nunca mejor dicho, por los diez Goyas). Gran éxito de público y crítica, e imagino que una pasta gansa ganada. Más quisieran algunos que un tremendo gatillazo les saliera tan productivo.
2. Por qué sistemáticamente en los interrogatorios, cuando los sospechosos empiezan a ponerse nerviosillos, los dejan ir tranquilamente y pasan a otro plano.
3. Por qué no averiguan lo ocurrido simplemente presionando un poquitín al guaperas, a la cuidadora del cortijo o a la chica.
4. Por qué la madre de las dos niñas muertas, una campesina curtida por una dura vida de penalidades y presa de un matrimonio desgraciado con una bestia parda, parece una modelo, se mueve como una modelo y todo el tiempo tiene pinta de estar posando para el Vogue, incluso en el entierro de sus hijas. Eso sí, de luto riguroso, faltaría más.
5. A qué viene la subtrama del narcotráfico. No lleva a ninguna parte, no tiene nada que ver con el meollo. Simplemente la arrancan y luego, sin explicación ninguna, la dejan en punto muerto. Esas cosas no se hacen en una buena película.
6. Por qué el personaje de Javier Gutiérrez (que por cierto es, con mucho, lo mejor de la peli, está magnífico y se merece ese Goya hasta la médula), con la enfermedad que tiene, que debe de ser bastante dolorosa, y no me quiero imaginar hasta qué punto, está casi todo el tiempo más chulo que un ocho y se pega esas tremendas juergas nocturnas. Si algún señor prostático me lo pudiera explicar...
7. Por qué del niño guapo no sospecha nadie en el pueblo. Un montón de muchachas desaparecidas que todas han sido novias del mismo chaval y la guardia civil ni le pregunta. Esto parece, vive Dios, una crítica soterrada a las limitadas capacidades de nuestros beneméritos.
8. Cómo es posible que en un pueblucho de mierda (por muy bonito que sea el entorno) se den tantos males juntos. Porque vale, el asesino es uno, pero además tenemos al chulazo, al cacique, al juez, a la señora que alquila el cortijo, a los narcos... Vamos, Sodoma y Gomorra a la andaluza. Quién da más.
9. Y con el cacique del sombrerito y las manos finas y perfumadas qué pasó. Parece que a nadie más que a mí le interesa el final de esa historia paralela. Porque si sólo era para despistar por lo menos que hubieran dejado un desenlace medio qué, para no dejarnos con la terrible incógnita.
En resumidas cuentas, que Alberto Rodríguez tiene buena madera de director pero como guionista deja mucho que desear.
Y es una pena, porque la historia tiene su aquél y podía haberle salido un peliculón, si no fuera por la cantidad de cabos sueltos, historias inconclusas y elementos inexplicables que la dejan en simple intentona, y encima mala.
Con todo y con eso, le ha salido del diez (y nunca mejor dicho, por los diez Goyas). Gran éxito de público y crítica, e imagino que una pasta gansa ganada. Más quisieran algunos que un tremendo gatillazo les saliera tan productivo.