No hace falta un gran esfuerzo para entender los motivos que esgrimen los detractores para aniquilar el producto casi, incluso, antes de ser estrenado: decisiones ridículas, a destiempo, zombies inteligentes para lo que quieren, muertes porque sí, personajes poco o nada trabajados… Hay para todos los gustos porque no es una película perfecta, ni mucho menos.

Pero no se puede negar que es entretenida. Y bastante. Si nada más comenzar los militares hubieran hecho otra cosa, no hubiera habido película. Y hubiéramos abucheados todos, porque, siendo sinceros, queríamos que el apocalipsis zombie se encargara de Las Vegas. Convertir esa ciudad en un enorme solar era una obsesión de Snyder, que deja en pie algunos símbolos que recuerdan lo que fue. Aquí se han tomado en serio aquello de que “lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas”, al menos hasta que llegue la secuela.

No se trata de LA película de zombies, la definitiva aún está por llegar. Snyder no intenta revolucionar el género, como seguramente intentó hacer con el universo DC. Su intención de crear un producto de pura acción convence a sus seguidores y contenta a los neutrales- con los haters no hay nada que hacer en ningún caso -. Sus personajes no están definidos y solo así se explica alguna de sus decisiones, pero suele ser tan habitual que casi carece de sentido preguntarse por ello.

“Ejército de los muertos” es tan excesiva como se esperaba, algo habitual en un Snyder que sigue dando vueltas a sus películas para que duren más de lo normal. Excesiva incluso en una trama que narra un atraco imposible, y no por la inexpugnable cámara acorazada, que no lo es tanto, sino por esos zombies que se agrupan y aceptan intercambios para no atacar: punto novedoso para Snyder. La película siempre recurre a explosiones y disparos más allá incluso de lo que sería normal, un recurso sencillo pero eficaz que siempre funciona y que atrae la atención del espectador. Delirante, inexplicable y espectacular a la vez, está cerca el momento de registrar en la oficina de patentes el sello Snyder, nos va a hacer falta.