Ganadora en el festival de Sundance, galardonada con el Gotham, nominada a los premios Independent Spirit y aclamada por la crítica yanqui esta es una historia que carece precisamente de eso: historia. Porque no todo el cine independiente por el solo hecho de estar despegado de Hollywood es necesariamente bueno, hay aquí un ejemplo de un guión que nada tiene para contar.

El rollo de un varón adolescente entregado a las drogas, a la vagancia y descubriendo su homosexualidad necesita de una estructura dramática que la sustente y la haga creíble, pero acá hay un padre agonizante, una madre enigmática, una hermana tontuela y algunos compinches inexpresivos que parecen formar parte de la escenografía sin ocupar ninguna función narrativa, siendo parte del decorado de una dolorosa asunción sexual muy poco creíble en pleno siglo XXI. Que se fabrique una novia para aparentar, que sufra porque le gusta hacerle la felacio a veteranos y se avergüence de hacerse fornicar por los mismos, en esta época y en un escenario que no sea el de un país musulmán es muy poco convincente

Encima, el casting eligió a un actor veinteañero para interpretar a un gurí de 16 años, que cuenta con un evidente trabajo de musculación en pectorales, bíceps y dorsales, pero un pésimo trabajo de glúteos que lucen flácidos y colgantes en los desnudos, o sea que ni siquiera hay un buen culo que de un mínimo de sensualidad.

Ni hablar del pretendido final abierto. Porque a la falta de una historia le corresponde la ausencia de un final, como en este caso. A mí me resultó menos que mediocre. Dicho de otra manera: película bastante mala.