Esta entretenidísima película me hizo recordar a "El Otro Sr. Hamilton" ("Seconds") del maestro John Frankenheimer de 1966. En aquella vieja cinta también se trataba del intercambio de personalidades y oscuros intereses que manejaban todo el procedimiento.

Aquí (no puedo entender el título original "Selfless" que es algo así como abnegado o desinteresado) el trasplante de cuerpo sirve como excusa para ahondar en los oscuros recovecos de la memoria y de los sentimientos a que se someten quienes acceden a ese procedimiento. Pero, además, el guión que está muy bien escrito sin acudir a clisés y lugares comunes explica apenas lo imprescindible de la técnica médica aplicada con lo que se asegura mínimamente una credibilidad en la extravagante historia (no olvidar que, en el fondo, se trata de ciencia ficción más de allá de ciertos experimentos actuales que se están realizando en Italia, China y Rusia).

La historia está contada con mucho brío, utilizando el misterio, el suspenso y buena dosis de acción en una especie de thriller existencial; recurre a un par de vueltas de tuercas inesperadas muy bien resueltas y un desenlace recontra emotivo, pero no sensiblero, apelando al más sublime amor filial. Una buena película para gastar en una entrada al cine.