Película de serie B que sorprendió por su mezcla de humor y ciencia ficción, por la química entre los protagonistas y por su chulísima banda sonora.
Es evidente que tiene muchos defectos, es aburrida en algunos tramos, histriónica en otros y no tiene profundiza en el desarrollo de los personajes. Vamos, que es el prototipo de película de los años ochenta. Antes de que Hollywood se inventará los blockbusters de millonarios presupuestos.

¿Qué la hace especial?

Ese Murray preguntando al fantasma si estudia o trabaja.
O, tan desconfiado y poco creyente en fantasmas, preguntando a la vieja al que se la ha aparecido el fantasma, si tiene la regla.
Esa Sigourney Weaver volviendo a gritar aterrorizada como en Alien.
La química entre ambos, mientras Murray le tira los tejos.
Esa secretaria de los Cazafantasmas de voz aburrida
Ese vecino insoportable que siempre se deja cerrada la puerta y el se queda fuera en el pasillo. Y con la misma voz chillona del doblaje al español de Woody Allen.
Esa banda sonora compuesta por Elmer Bernstein y su mítica canción Ghostbusters. ¿Quién no se ha puesto a tararearla sin darse cuenta?
Ese coche y esos disfraces estrafalarios del colisionador a positrones, sea lo que sea eso.
Esos efectos especiales encantadoramente cutres.
Ese muñeco gigante de un anuncio de comida, que cobra vida. Ja, como el muñeco de las rosquillas en una pesadilla de Homer Simpson.