Si tuviera que definir esta película, no me costaría demasiado: es sencilla, predecible, romántica y dulzona. Y a pesar de todo eso, consigue enganchar al espectador con esa historia tan simple y que todos conocemos de la Cenicienta desdeñada por su madrastra y sus hermanastras.
Aquí, el cuento se traslada a la Francia del siglo XVI, en pleno Renacimiento, así que no podía faltar Leonardo da Vinci (por qué siempre que se hace algo sobre el Renacimiento tiene que aparecer él? Joé, ni que no hubiera más personajes famosos en su época), que aquí tiene el papel de hado padrino de la pobrecilla Danielle, que está enamorada sin remedio de su príncipe encantador.
Me gusta que la protagonista haga gala de tener conocimientos y un poquito de cerebro, que ya es hora de que las princesas de cuento estudien un poco y dejen de preocuparse por su belleza a la hora de cazar un marido.
Si hay que criticar algo, son los típicos fallitos históricos. La Gioconda estaba pintada sobre tabla, no sobre papel maché (parece el último póster de la revista Interviú, joé!), y en esa época no se comía el chocolate en onzas. Pero bueno, se perdona.
En general, está bien. Tiene las pretensiones justas y el guión se adapta muy bien. El vestuario es precioso y se adapta bien a la época en cuestión. Recomendable.