El diseño de Sam Neill transmutado en demonio cósmico es uno de los más acojonantes que he visto. Porque acojona de verdad- El trabajo de maquillaje es sensacional. Y la escena que me impactó de veras y que me hizo poner los pelos de punta es la del diario que encuentran en la nave, y descubren a su tripulación en una desenfrenada y enloquecida orgía caníbal. No me lo esperaba y me dejó en shock. Me esperaba un bicho asesino, no eso. La nave no es que cobre vida (o eso interpreto yo), sino que ha estado en una dimensión donde el mal es el tejido de su universo, su ley unificada, y se impregna de ella, contagiando poco a poco a la tripulación del rescate. Por eso esta película se ganó un puesto entre mis preferidas de la ciencia ficción. Una idea similar se puede leer en una novela de ciencia ficción que me gustó mucho, La ecuación Dante.