Sensible y asordinado canto a la infatigable labor de las enfermeras en una contenida pero destacada interpretación de Carole Lombard que enmarca el relato de una enfermera cuya integridad y discreción le atraerá paradójicamente numerosos problemas para proteger a su hermana cuyo descuido provocó la muerte de un niño. Película llevada con pausado pero absorbente ritmo, es una entretenida, pequeña y modesta producción, con virtudes de gran película que la elevan sin estridencias sobre una historia que aspiraba a la medianía. El retrato es tal vez exagerado en su visión casi inhumana de una enfermera como un ser de interminables perfecciones, pero la excelente labor del resto de actores con Brian Aherne, dando vida al médico, el magnífico papel de la enfermera jefe interpretado por Ethel Griffies o la aparición del Peter Cushing en uno de sus primeros papeles junto a la sentimental pero efectiva música de fondo de Alfred Newman y la suma de algunas escenas de alto nivel como la de la curación, rodada con brillante sensibilidad, convierten a esta obra en un pequeño clásico a no olvidar.