Esperpento lamentable. Disfruté de la primera porque, aunque como conjunto no era ninguna perla, la trama tenía un punto de debate interesante y Dafoe añadía la calidad y cohesión oportunas para conseguir un producto más que digno, a pesar de Troy Duffy, a quien ya se le intuía el majadero que llevaba dentro y que aquí certifica por fin su libre fluír del armario.
El desastre es absoluto. Toda posible referencia a cualquier controversia ética o moral que pudo haber suscitado la primera parte, ha sido hecha desaparecer de cuajo en favor del disfrute del encefalograma plano, con carencia total de sobriedad, congruencia y la perspicacia suficiente, para impedir la continua sucesión de personajes, situaciones y diálogos vergonzosos. Con guiones de esta magnitud, es evidente que Mr Duffy no morirá en la miseria en los tiempos que corren. Ya solo nos falta salir del cine dando botes a cuatro patas y rascándonos los sobacos, mientras babeamos olisqueando hembras o machos.

Bazofia intragable que hay quien asemeja e iguala al cine de Tarantino, demostrando taruguez infinita, del tipo del que pinta un mamarracho en un folio y comenta que ya es un genio para denigrar la pintura moderna.

Que tenga un seis de media, mete miedo.