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España España · Granada
Voto de Kikivall:
8
Drama Durante el invierno de 1968, treinta años después del estreno de 'El mago de Oz', la leyenda Judy Garland llega a Londres para dar una serie de conciertos. Las entradas se agotan en cuestión de días a pesar de haber visto su voz y su fuerza mermadas. Mientras Judy se prepara para subir al escenario, regresan los fantasmas que la atormentaron durante su juventud en Hollywood. A sus 47 años, la cantante se enfrenta a las inseguridades que ... [+]
2 de febrero de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película nos sitúa en 1968, cerca de tres décadas después del estreno de El mago de Oz. Es en ese año cuando Judy Garland, toda una leyenda y un icono de Hollywood, llega a Londres para dar una serie de conciertos y así poder ganarse la vida, cuando está prácticamente arruinada.

Actúa en un lujoso y selecto local, y a pesar de sus ya menguadas fuerzas y ciertas limitaciones provocadas por sus adicciones y su delicada salud, Judy tiene éxito en el escenario, no sin algunos contrapiés ante a sus incondicionales. El problema de Judy es que se le aparecen los fantasmas de la inseguridad que la asediaron durante su atormentada infancia.

Es una película que retrata abiertamente a una artista completa y rota por las circunstancias. Hay una fuerte carga de angustia que parece, por momentos, excesiva. Pero para encuadrar mejor la historia, unos pertinentes flashbacks, sueños y recuerdos ponen a las claras que el rumbo precipitado y agónico de la Garland es producto de un permanente maltrato desde la más tierna infancia, cuando fue dirigida y exigida por la poderosa productora Metro Goldwyn Mayer, que la mantenía a estricta dieta, la obligaba a tomar anfetaminas para inhibir el hambre y que no desfalleciera en ensayos de hasta 18 horas; siempre obligada a tener éxito a toda costa.

Este panorama cruel es claramente el relato de la anti-infancia y a la vez de la terrible industria del cine que sin reparar en la joven Judy, la empujó a un precipicio de privaciones y sufrimiento que acabaría teniendo efectos adversos a tono nivel de su salud.

Judy Garland es presentada en este film con pocos regocijos; más bien al contrario. La Garland es un personaje dependiente de los barbitúricos y de la bebida, enferma y buscando una tabla de salvación: última oportunidad económica y artística en Londres. Parece que director y guionista se las arreglan para no dar respiro a una sensación de zozobra in crescendo.

Apenas algunos momentos de placidez o de felicidad en las casi dos horas de metraje. El primero con una pareja de hombres homosexuales e incondicionales de Judy que le ofrecen unas horas de plácido refugio en su modesto apartamento (fue en buena parte la cultura gay quien mantuvo vivo el culto de Judy hasta en su etapa mala).

La otra memorable escena es cuando la diva interpreta la célebre canción Over the Rainbow ante un público enardecido que se levanta de sus butacas y ayuda cantando a coro la conocida melodía, pues ella, emocionada, ya no puede acabar de cantarla. Pero el resto de la película es ruina, desazón y desamparo.

Guion de Tom Edge, adaptación de la obra para Broadway de Peter Quilter, End of the Rainbow, una loa a la gran estrella de Hollywood. A partir de este musical Edge elabora un texto que cuenta el último año en la vida de la que fuera niña prodigio esclavizada por la Metro; un un libreto trabajado que abunda en un exceso de turbación para Judy.

El director Rupert Goold, en línea con su guionista hace un trabajo correcto y elude hacer una radiografía precisa de la actriz y cantante; a cambio narra una sucesión de estados de ánimo en los momentos más difíciles de su vida; la niña infeliz y exigida bajo el patrocinio del magnate de la MGM; y el filme va desde aquellos primeros pasos a sus años postreros de diva en picado, que arrastró como pudo los restos de su gran talento por los escenarios ingleses.

En el reparto Renée Zellweger está magistral, está irreconocible en este film. Zellweger lo pone todo: su arte, el físico, mentalmente se coloca con el personaje que parece abducirla; incluso con inmenso esfuerzo. Todo concluye en un trabajo dramático magnífico y una excelente caracterización donde Zellweger-Garland llegan a un punto de mímesis memorable. Y R. Zellweger canta ella misma las canciones, atreviéndose exitosamente con el repertorio de la Garland; en la garganta de Zellweger adquiere una nueva sensibilidad el sentido del dolor y la alegría de Judy. Creo que esta interpretación es principal en la obra y Zellweger magnifica y levanta esta obra que es eminentemente suya, acertando de pleno en un rol conmovedor y de expiación a la vez.

Subrayo también a la joven y dulce Darci Shaw que en el papel de la pequeña Judy, resulta ser una de las gratas sorpresas dentro de la envoltura de la obra; su misma figura infantil sirve a modo de lenitivo frente a tanto padecimiento.

Llegarán los Oscar y desde ya, yo ya apuesto por Renée como futura ganadora de la estatuilla a mejor actriz protagonista. Su conmovedora y emotiva encarnación de Judy, lo merecería.
Kikivall
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