Costumbrista y petarda. Así definiría la temática de esta secuela de ‘Dos días en París’. Julie Delpy dirige y protagoniza junto a Chris Rock esta especie de comedia dramática, a veces divertida, a veces sentimental, pero que no logra alcanzar ninguno de los dos objetivos: ni hacer reír al público como dios manda ni una finita empatía por los dramas que se suceden en la historia.

Es cierto que el toque “indie” que la envuelve le da un poco de interés, por lo menos al principio, pero como ya digo, no convence del todo. Es de estas películas que no tienen a penas clímax, no hay conflicto, o está demasiado expandido… Tiene algo que no. Y no es necesariamente el final, sino el desarrollo. Cada vez que parecía que la cosa iba a mejorar, se estropeaba con un mal chiste, o con un dramatismo que no venía a cuento… “Oro parece, plátano es”, y “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”, o lo que es lo mismo, Julie, has ambientado estupendamente la película, pero el contenido es un caos, no digo malo, pero creo que necesitaría una buena revisión y unos retoques para que de verdad funcionara.

Definitivamente la califico de pocha, a pesar de que me reí en algunos momentos, y de que hay algunas secuencias que me han gustado mucho cómo están rodadas, no salí del cine con la sensación de “me ha gustado” (y creo que es la que vale, per se de una buena reflexión posterior si la película se precia a ello); por lo tanto, no la recomiendo, pero para gustos los colores.