Grueso, envidioso, calumniador (por lo tanto, delincuente) y perteneciente a la raza superior de los retrasados orondos. Una risión, por supuesto. Mátalo, Curro, matalo y pisalo como dicen los argentinos; no tiene dos hostias y se esconde como los conejos. Un parásito social. Un mal perdedor y un mal ganador, un maleducado, sin más. Entre el delirio y la maldad, Curro pondrá paz. Una plegaria, una oración. Franceses os vais a cagar. No sabéis dónde os habéis metido, el mismo Napoleón se dio cuenta. No contaba con tipos así, pues con lo calculador que era que sabía al milímetro dónde iba a caer cada bala de cañón, con toda esa grandísima inteligencia, se te pasaron estos tres.

Sancho Gracia lo borda. Más chulo que él no lo había. Por mis cojones españoles. Más tarde, muchas mujeres lo acusaron de acosarlas y molestarlas, en esta época de "mitús" estaría más cancelado y desfechado que el cine español de hoy. El nieto, un asesino despiadado, joder, no se merecía tanto. Si estuviera vivo, reunía a la cuadrilla y asaltaba la cárcel y acometía el rapto (del serrallo).

Esta serie trae muchos recuerdos al personal pero es más bien mala, se repite mucho, como todas las series, su nombre lo dice: "serie"; pues coño, hecha en serie, pero ésta se repetía un poco más aunque las chulerías del tridente atacante Curro y a los lados, Algarrobo y el Estudiante (otro que tal bailaba), marcó muchos goles de domingo y dio alegrías al personal. Se trataba de elevar el espíritu nacional y de alabar su carácter luchador e inconquistable, que se lo digan a Napoleón, y hacerlo entreteniendo al personal. Más no se puede pedir, bueno un poco sí.