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Antigua y Barbuda Antigua y Barbuda · L.A.M.F. St.
Voto de Bartleby:
8
Drama Un estudiante matriculado en un colegio católico de chicos, en la Francia de los años treinta, comienza a colaborar en una campaña iniciada por sus profesores para frenar cualquier tipo de relación, más allá de la pura amistad, que pueda surgir entre los alumnos. (FILMAFFINITY)
29 de junio de 2022
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras un comienzo titubeante, la película gana enteros poco a poco, plano a plano, hasta convertirse en un clásico del cine francés. Es muy francesa, no en el fondo ni en la forma, es más en la elaboración de los complejos personajes, prototipos del gran, del mejor cine francés, del cine con mayúsculas. Si alguien busca cine reivindicativo o militante, no es tu película, es gran cine con temática homosexual no otra más donde el mensaje que mandas, generalmente muy simple, está muy por encima de sus valores estrictamente artísticos o cinematográficos, hasta tal punto que el mensaje es lo único que justifica su realización. En mi pueblo a eso se le llama propaganda.

No hay sexo, el mayor acercamiento que veréis es tocar una mano. Se prefiere la metáfora y la metonimia, el símbolo a el subrayado; la ambigüedad a la patochada; lo sutil a lo escandaloso; el ritual, el mito a la narración plana. Es una película muy densa con un gran guion que parte de una novela de Roger Peyrefitte (no lo conozco) que se mueve entre George Bernanos si hablamos de algunos personajes, en especial el director del internado, un impresionante Louis Seigner, y el más bien insoportable André Gide que identifica uno de los temas de la película: el conflicto religión- homosexualidad. Es esa puerta estrecha que él alargaba hasta hacer compatible su naturaleza sexual con su religiosidad casi de meapilas con un estilo retorcido, muy pedante, remilgado hasta aparecer la cursilería en más de una ocasión. En todo caso, fue un escritor importante y más para la "lucha" gay. Aquí se personaliza en un inconmensurable Michel Bouquet, aquí más ambiguo que nunca: "Los niños son como los gatos, dice mientras los mantiene abrazados, no aparecen nunca y no quieren a nadie, pero no puedes dejar de atenderlos y quererlos".

Los niños no tienen conflicto religioso alguno, son la élite. Guiarán el mundo, hijos de la fortuna, de familias que siempre han dominado el mundo. Una élite muy cultivada, éstos no son los palurdos con dinero que dominan hoy. Son viejóvenes tanto por sus conocimientos (incluida foto de Anatole France) como por su comportamiento. Son pedantes, se comunican con poemas que a veces te hacen sonrojar y están por encima de la realidad, parecen espíritus más que chicos de carne y hueso. El más joven o lolito, un auténtico demonio (impresionante el joven Didier Haudepin) dice: "Pero éstos que tienen que decirnos si estamos aquí voluntariamente porque hemos pagado". Por que yo lo valgo y, lo que es más impotrante, lo pago. El otro niño, más adolescente se da un pequeño aire cuando descontrola su rictus y sale el plumón a la en su día nombrada mejor cantante femenina de música popular del Reino Unido, el inolvidable Marc Almond (mejor disco de techno pop de la historia: el maravilloso Non-Stop Erotic Cabaret). Francis Lacombrade está correcto pero no al nivel impresionante de su partenaire que no es la tentación, es el mismo Satán.

Lo más sorprendente es la inmensa calidad de su director al que no conocía y que desarrolló una carrera muy local y desconocida para el resto del mundo. La película está prodigiosamente rodada, mejor iluminada y ,por lo tanto, extraordinariamente fotografiada. La música religiosa coral (coro de niños) y la terrible y cruel canción popular Alouette, que dará pistas sobre la resolución del conflicto, acompañan a la hipnótica imagen, más cerca de Diario de un cura rural que del orgullo gay.

Se mueve entre la homosexualidad, un cierto erotismo, la espiritualidad, la pederastia, la búsqueda de la pureza como única meta para alcanzar la belleza, el conflicto e inevitablemente, el drama. Va de menos a más y a mucho más. Típica película de cine club, podrías hablar de ella horas y horas. Un clásico del cine francés, ¿A qué esperáis para verla?.
Bartleby
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