La encontrarás muy entretenida, te la verás del tirón. Y eso es lo peor, pues su podrida naturaleza se adherirá a tu cerebro y no te vas a dar cuenta de lo nociva que es hasta una vez que termine.

La sensación es la misma que la de estar tomando una deliciosa bebida de dulces frutas que cuando la sorbes sabe a ambrosía, pero con cada trago que das te deja un regusto a vómito. Lo ingieres a traición, porque la apariencia y la primera impresión te dicen que se trata de algo muy bueno. En cambio si la envoltura fuese repelente la reacción no sería de tales dimensiones, ¿pues qué sabor te podrías esperar encontrar en una sustancia de color feo y que desprende peste?

Su ritmo, trepidante, y sus actuaciones, de primerísimo nivel (todos están muy bien, pero me quedo con Micheal Caine, majestuoso) en realidad son una gran mentira. Una farsa, una estafa, un timo. Todo lo que te puede gustar de esta película en realidad no es así, cada diálogo, cada amago de caracterización de algún personaje, cada intención de desarrollar la trama, todo es falso, una sucia y rastrera ilusión.

Recuerdo que al final de la película 'El Truco Final' hay una frase que dice algo como: "Vamos a ver espectáculos (de magia) porque en el fondo lo que queremos es que nos engañen". Y es cierto. Y vamos a ver películas buscando que nos sorprendan. [Cada uno tiene su propio concepto de sorpresa en el cine]. Sí, pero yo, por ejemplo, busco historias con sentido y que me entretengan de un modo u otro.

Soy amante de los giros inesperados, pero no me gustan las imprecisiones ni los cabos sueltos, y aquí está claro que han ido escribiendo el guión sobre el camino, el cual es un calamitoso insulto a la inteligencia del espectador, y tan solo la manera de la que está planteado es una ofensa a los personajes que integran la dicha historia, y a su propia condición de guión.

La película entera es un cabo suelto y ni siquiera se ha molestado en disimular lo más mínimo para pulir un poco todo ese engaño, para que el espectador pueda poner un poco de su parte para darle su propio sentido, o simplemente aumentar las probabilidades de que se quede impresionado o dé por bueno un desenlace. Es lo que suele suceder en bastantes casos. Pues aquí nada más lejos, se trata al espectador por idiota por toda la jeta sin el menor miramiento.