Él se lo guisa y él se lo come: Moccia escribe el libro y Moccia adapta (perpetra, ejecuta) la película. Es curioso como una obra de apariencia tan sana y limpia como «Perdona si te llamo amor» inspire sentimientos tan negativos, pero es que es inevitable que te subas por las paredes ante esta historia de adolescentes calenturientas y maduritos abobados (no, no lo digo por Bova).

Ellas son insufribles. El retrato de estas niñas, mujeres del futuro, es tan repugnante que no encuentro las palabras justas para describirlo. ¿En serio nos quieren dar a entender que la alegría de vivir, de la juventud, consiste en tirarte a cuantos más hombres mejor? ¿Es que una chavala de diecisiete años tiene que vivir por y para encontrar un hombre, ya, ahora mismo, y acostarse con él de inmediato porque si no «estás perdiendo el tiempo»? ¿Es que nuestra misión en la vida es comportarnos como perras en celo? Lo quieren disfrazar de amor, pero esto ni es amor ni es nada; esto es pura ideología progre en la que las chicas de quince años deben adentrarse en el sexo como si fuese apuntarse a clase de matemáticas. El resultado de todo esto es que ellas son carnaza para el varón y ni siquiera se dan cuenta, lo cual es bastante triste.

Ellos tampoco es que salgan muy bien parados, pero al menos algunos de estos comportamientos masculinos se muestran como negativos, lo que no pasa con ellas. Eso sí, el protagonista Alex es un absoluto imbécil. Raoul Bova es guapísimo, pero realmente solo lo puedes querer por su cuerpo, porque a pesar de ser un trozo de pan no tiene mucho encanto. Un hombre que se deja mandar y dominar, que cede y complace, es de las cosas más seductoras, atractivas y masculinas que existen, pero esa actitud no puede equivaler a incapacidad, a falta de personalidad, de mando y de carácter, que es justo lo que le ocurre a Alex: que es un cero a la izquierda. Un señor que se deja llevar y traer por los amigos, por la novia (vaya personaje, madre mía...) y por supuesto por Niki, la niñata mayor del reino insoportable que prácticamente se mete sola en su cama. Claro que sí, niña. Luego si él te deja y no quiere volver a verte, llorarás por las esquinas quejándote de lo malos que son los hombres, ¿verdad? Estamos locos.

Asco de película.