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Voto de Anibal Ricci:
10
Drama. Romance En el Londres de la posguerra, en 1950, el famoso modisto Reynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis) y su hermana Cyril (Lesley Manville) están a la cabeza de la moda británica, vistiendo a la realeza y a toda mujer elegante de la época. Un día, el soltero Reynolds conoce a Alma (Vicky Krieps), una dulce joven que pronto se convierte en su musa y amante. Y su vida, hasta entonces cuidadosamente controlada y planificada, se ve alterada por la ... [+]
27 de septiembre de 2020
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los directores más interesantes de las últimas décadas del cine estadounidense es sin lugar a dudas Paul Thomas Anderson. Su estilo cinematográfico y riqueza temática se manifiesta en Boogie Nights (1997) al retratar a una verdadera familia, aunque un tanto distorsionada en los roles, dedicada a realizar películas pornográficas. Su joya vendría siendo Magnolia (1999), película coral que transcurre en un solo día y que relata historias aparentemente inconexas en donde un evento fortuito y metafórico (que lluevan ranas del cielo) hace que todos sus personajes se den cuenta de lo valioso de sus vidas, segundos antes miserables.

En 2017 este director nos volvió a enredar en una historia compleja (guion escrito por él mismo) en que da vida al modisto Reynolds Woodcock, que en la ficción vestirá a la realeza londinense durante los años cincuenta. Su rutina se nos muestra como una alegoría del acontecer de un artista, según la mirada del director.

Lejos de simplificar el asunto con una vida atormentada, Anderson muestra a Woodcock como una persona que vive en una casa lujosa, pero que se somete a una férrea disciplina. El talento es una cosa, pero el trabajo arduo construirá al genio. Sabemos de su madre estricta y del amor que le prodiga, aun después de muerta, el modisto se educó entre puras mujeres, le queda su hermana Cyril, su brazo derecho, la mujer que resuelve sus problemas y que no aguanta su violencia verbal. Con Alma conforman un triángulo: él es el genio de temperamento infantil, Cyril la encarnación de la madre muerta, y Alma viene a insuflar vida al artista.

Hay un complejo de Edipo latente en Woodcock, siempre buscando una figura maternal que lo guíe, primero su madre, luego su hermana y ahora será el turno de Alma.

El mito de Pigmalión también figura tras la presencia de Alma. Woodcock la descubrió y la moldeó según sus exigencias, ya será el turno de enamorarse de su creación.

El hilo fantasma es la presencia de la madre, siempre rondando al hijo, ya sea Cyril o Alma, el hilo que le da coherencia a su proyecto de vida. Alma será el destinatario de su trabajo y conformará un nuevo triángulo: musa, amante y esposa.

La puesta en escena es exquisita, los decorados, los vestidos, la recreación de época y la elección de un repertorio musical que no deja ver el hilván del guion, es una película tan hermosa, las escenas de seducción con Alma como centro, luego el genio que se agiganta ante su creación. Alma por momentos ocupará sólo un lugar en la Casa Woodcock, para al final retornar a su dimensión omnipresente, los encuadres y el juego de poderes, El hilo fantasma (2017) es una obra de arte que retrata la obra de un artista, perfecta en su concepción e hilvanada mediante el hilo invisible de un director de excepción.

Como espectador asistimos a un acto sublime, que recordará a las tragedias de Shakespeare, pero que Paul Thomas Anderson dota de un aura de profunda humanidad, de un Alma caritativa que se sobrepone a los rencores mundanos y permite que el ser humano imperfecto tras el artista, se abra paso por un camino que lo aparta del sufrimiento.

Guion perfecto y retorcido, de ternura inconmensurable, ni Freud ni Ovidio podrían opacar esta obra maestra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Anibal Ricci
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