Mundo moribundo, limbo, infierno enajenado donde moran las almas en pena, estancadas, encharcadas, ranas enfermas, condenadas, agonizantes.
La gran mierda. Gonzalo lo pone fácil. Adelanta la frase al gracioso de la clase, para el que se la quiera quedar o aprovechar. No es el caso mío. No digo que no tenga sus chorradas y excesos, alguna pedantería o escabrosidad sobrante, retruécanos cargantes, así es, de todo hay en esta viña del señor; pero (siempre pero, mi palabra odiosamente favorita)... me la quedo entera y verdadera, con todo, con su teatro asolado y esencial, simbólico a muerte, con el thriller sombrío y metafísico, con la distopía derrumbada, fría, sin esperanza, con el folletín policíaco y, cómo no, con el "mariposón amoroso" de Mozart, es cantarlo/escucharlo y aplaudir rendido de lo bien que está puesto y lo mucho que gusta aunque no pegue ni venga mucho a cuento con el de la obra tono, qué importa.
Y la grandísima María, más allá de su simbología Mariana, está para comérsela, de un simple bocado; clava esa idea, la inocencia ante la podredumbre, qué actriz tan especial y aquí inspirada.
Literatura acerada y rimbombante, juegos de palabras muy del gusto del señor Suárez para hablar de la charca en la que vivimos y también finalmente somos, de nuestro delirio, carácter y destino. Adornada por muchas referencias y juegos, desde la Dietrich hasta el Amadeus, de la opera bufa a la tragedia española; cine negro muy estilizado formalmente, revuelto, transubstanciado, pulido y hermoso.
Hasta tiene cosas, atmósfera, un aire Blade Runner. Y su bella música y una buena fotografía además de unos estupendos actores.
Cine de calidad a pesar de ciertas engoladas secuencias. Gozosa fiesta, generosa, animal, oscura.