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Voto de Ferdydurke:
8
6,6
628
Drama
A principios de los años 70, el americano Jack regenta un burdel en Singapur. Aunque la competencia es enorme y de métodos violentos, ha conseguido sobrevivir gracias a que la policía se deja sobornar. Pero la llegada de un nuevo inspector que se encarga de revisar sus libros de cuentas no hará más que agudizar sus graves problemas. (FILMAFFINITY)
12 de julio de 2015
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película en estado de gracia; la vida, el cine, se le sale por los poros y los cuatro costados, invade, arrasa, desborda la historia.
Narrada con una fluidez imposible y una facilidad invisible, de maestro, como si nada, como si no costara; supone una enorme demostración, una clase maestra, de lo que es dirigir.
Contada en un tono anodino, con un realismo sencillo, natural, pero lleno de abismos y humanidad, de verdad y hondura, de una sinceridad ajena a aspavientos, poses o afectaciones innecesarias.
El personaje principal es un superviviente, lo ha visto todo y nada le sorprende, huye de florituras y adornos, no se deja llevar por las apariencias ni los cantos de sirena, desconfía de todos y observa siempre con escepticismo comprensivo, jocundo, piadoso, la sórdida realidad que le rodea y de la que vive.
Y llega su némesis, su amigo, lo contrario en todo: un inglés pulcro, bueno, honrado, moral, y un hombre acabado, sin lugar en el mundo ya, no lo hay para gente como él, tan elegante y pudorosa.
Y se encuentran, el italoamericano, chuloputas y amoral con el tímido y circunspecto británico, en un cruce de caminos, en tierra de nadie, en Singapur (la tierra de los tigres que se convirtieron en leones), que, en aquel tiempo, el de la película, el de la agonía de la guerra de Vietnam, era un lugar estratégico, antigua colonia británica utilizada como prostíbulo por los americanos en guerra.
La acción se reduce a pocos días de tres años; es la historia de una amistad y mucha prostitución, de dos hombres que representan valores opuestos en apariencia, pero que comparten los mismos sentimientos, el mismo respeto e idéntico cariño.
Narrada con una fluidez imposible y una facilidad invisible, de maestro, como si nada, como si no costara; supone una enorme demostración, una clase maestra, de lo que es dirigir.
Contada en un tono anodino, con un realismo sencillo, natural, pero lleno de abismos y humanidad, de verdad y hondura, de una sinceridad ajena a aspavientos, poses o afectaciones innecesarias.
El personaje principal es un superviviente, lo ha visto todo y nada le sorprende, huye de florituras y adornos, no se deja llevar por las apariencias ni los cantos de sirena, desconfía de todos y observa siempre con escepticismo comprensivo, jocundo, piadoso, la sórdida realidad que le rodea y de la que vive.
Y llega su némesis, su amigo, lo contrario en todo: un inglés pulcro, bueno, honrado, moral, y un hombre acabado, sin lugar en el mundo ya, no lo hay para gente como él, tan elegante y pudorosa.
Y se encuentran, el italoamericano, chuloputas y amoral con el tímido y circunspecto británico, en un cruce de caminos, en tierra de nadie, en Singapur (la tierra de los tigres que se convirtieron en leones), que, en aquel tiempo, el de la película, el de la agonía de la guerra de Vietnam, era un lugar estratégico, antigua colonia británica utilizada como prostíbulo por los americanos en guerra.
La acción se reduce a pocos días de tres años; es la historia de una amistad y mucha prostitución, de dos hombres que representan valores opuestos en apariencia, pero que comparten los mismos sentimientos, el mismo respeto e idéntico cariño.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Estupendo final, no desea pervertir su oficio, no lo quiere "moralizar" para lograr apaños hipócritas, para enredos espurios, él solo "proporcionaba placer" y, sobre todo, no se quiere ir, ya que su sitio ya no está en USA, él ya es más de allí, o mejor de ningún sitio, un apátrida, lejos de cualquier casilla convencional y acomodada, es el rey de la noche y el trapicheo, un artista del trueque, un "conseguidor", un enorme relaciones públicas y un sutil diplomático.
No es difícil imaginar a Bogdanovich (que aparece en la película como actor) sintiendo que ese personaje, el de Jack, le representa, es un reflejo o trasunto suyo distorsionado con humildad y humor, pero en el fondo profesionales muy parecidos, con las mismas dotes y ansias o condiciones de trabajo; dirigir y contemplar, decidir y tratar con enemigos, dificultades, manejos y negocios similares.
Una película impregnada de un clasicismo revitalizado por la modernidad y deudora del cine negro casi tanto como del documental o el "cinema verité", tan neorrealismo italiano como vieja tradición norteamericana; demasiado buena película para lo "escondida" que está; es una joya. Quizás su grandeza tan ligera e inadvertida haya provocado que las miradas, normalmente tan acomodaticias y acobardadas, mansas y gregarias, no le hayan prestado la atención que realmente merece, mucha.
Estupendos los dos: Joker, cara de póquer Gazzara, con ese rictus inaprensible, entre la sonrisa despreciativa y la comprensión total, y Elliot, que clava su desvalido y perfecto caballero, sin mancha ninguna.
No es difícil imaginar a Bogdanovich (que aparece en la película como actor) sintiendo que ese personaje, el de Jack, le representa, es un reflejo o trasunto suyo distorsionado con humildad y humor, pero en el fondo profesionales muy parecidos, con las mismas dotes y ansias o condiciones de trabajo; dirigir y contemplar, decidir y tratar con enemigos, dificultades, manejos y negocios similares.
Una película impregnada de un clasicismo revitalizado por la modernidad y deudora del cine negro casi tanto como del documental o el "cinema verité", tan neorrealismo italiano como vieja tradición norteamericana; demasiado buena película para lo "escondida" que está; es una joya. Quizás su grandeza tan ligera e inadvertida haya provocado que las miradas, normalmente tan acomodaticias y acobardadas, mansas y gregarias, no le hayan prestado la atención que realmente merece, mucha.
Estupendos los dos: Joker, cara de póquer Gazzara, con ese rictus inaprensible, entre la sonrisa despreciativa y la comprensión total, y Elliot, que clava su desvalido y perfecto caballero, sin mancha ninguna.