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Voto de Ferdydurke:
1
5,4
15.318
Thriller. Intriga
Rachel (Emily Blunt) es una mujer devastada por su reciente divorcio que dedica cada mañana de camino a su trabajo a fantasear sobre la vida de una pareja aparentemente perfecta que vive en una casa por la que su tren pasa cada día. Pero una mañana Rachel es testigo desde la ventana del tren de un impactante suceso y se ve involucrada en el misterio que ella misma revela... Adaptación del best seller homónimo de Paula Hawkins. (FILMAFFINITY) [+]
24 de octubre de 2016
13 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Truculenta y escabrosa. Muy horrorosa. Completamente bochornosa.
La primera señal del diablo fue la aparición de un psiquiatra pintón (en el recuerdo aquel "Análisis final" tan cachondo, pero hay más, muchas más de similar jaez) al de un rato, si eso ocurre, ten por seguro maldad a espuertas, horror cinematográfico sin parangón.
Es cierto también que había leído malas opiniones al respecto de este engendro verbenero y sicalíptico. Pero pensaba en errores mediocres, convencionales, los de siempre más o menos. Lo que nunca pude imaginar era el calibre de la abyección a la que me iba a enfrentar, es un monstruo grande y pisa fuerte, la dimensión aberrante de este Leviatán de la chapuza, de este albatros del morbo más indigente y psicotrónico, de este minotauro del sensacionalismo más lisérgico y lobotomizado.
Hace tres horas.
Son tres mujeres y tres hombres. Sí. Podría ser un resumen aproximado. Mejor si lo dejamos ahí o así.
El día anterior, al amanecer, justo en ese punto en el que la negra noche se confunde con la bella alborada.
Es un tren y una casa. Y una chica borracha que mira por la ventanilla y ve a otra mujer que retoza con maromo. Se muere de envidia la perdida. Hasta aquí es soportable.
Diez años después, el reloj marca las 22:22 y un graznido se escucha a lo lejos.
Sale otra mujer, esta con bebé. Hay, ya lo anunciamos, un psiquiatra con barba, qué miedo, un marido corneado y otro que no se sabe bien qué.
1789. La toma de la Bastilla. Mueren muchos franceses. Tarde cerrada. Veinte grados de temperatura y bastante alboroto.
Esas mujeres y esos hombres, norteamericanos esta vez, juegan a la gallinita ciega, tonto el último y tiro porque me toca. Su competición consiste en hacer el imbécil a tiempo completo, de la forma más mostrenca y ridícula que sea posible. Van empatados, no se sabe cuál lo hace con más esmero. Las tarjetas de los jueces indican disparidad de criterios. Dura lucha.
1492: La conquista del paraíso. Colón zarpa rumbo a las Indias. El imperio español en pleno apogeo.
Sexo, sangre y mucho lloro. La receta más querida de la cochambre USA. Sus fantasías más deseadas. Lo que riega sus sueños y películas con abundancia de diluvio.
2001: Una odisea del espacio. HAL canta.
Al principio no damos crédito ante una narración tan confusa y cutre, esos saltos temporales sin venir a cuento de tan rebuscados y delirantes y constantes y metidos al mogollón, esa mezcla de personajes y encuentros casuales y cuitas vecinales que parecen como de corrala madrileña en plena reunión de vecinos en hora punta. Después, empeora, cada vez más, mucho más. Al final, el desastre es tan estrepitoso que a más hechos atroces, más risa/pena (de vergüenza ajena) da.
El viernes pasado. No. El domingo del partido. En la siesta. Una nube pasa. El ornitorrinco se despereza.
Paso al spoiler. Solo por escribir un poco más, puro vicio. No voy a aclarar nada. A lo sumo algún viaje en el tiempo más que son la mar de divertidos. Venga, va.
La primera señal del diablo fue la aparición de un psiquiatra pintón (en el recuerdo aquel "Análisis final" tan cachondo, pero hay más, muchas más de similar jaez) al de un rato, si eso ocurre, ten por seguro maldad a espuertas, horror cinematográfico sin parangón.
Es cierto también que había leído malas opiniones al respecto de este engendro verbenero y sicalíptico. Pero pensaba en errores mediocres, convencionales, los de siempre más o menos. Lo que nunca pude imaginar era el calibre de la abyección a la que me iba a enfrentar, es un monstruo grande y pisa fuerte, la dimensión aberrante de este Leviatán de la chapuza, de este albatros del morbo más indigente y psicotrónico, de este minotauro del sensacionalismo más lisérgico y lobotomizado.
Hace tres horas.
Son tres mujeres y tres hombres. Sí. Podría ser un resumen aproximado. Mejor si lo dejamos ahí o así.
El día anterior, al amanecer, justo en ese punto en el que la negra noche se confunde con la bella alborada.
Es un tren y una casa. Y una chica borracha que mira por la ventanilla y ve a otra mujer que retoza con maromo. Se muere de envidia la perdida. Hasta aquí es soportable.
Diez años después, el reloj marca las 22:22 y un graznido se escucha a lo lejos.
Sale otra mujer, esta con bebé. Hay, ya lo anunciamos, un psiquiatra con barba, qué miedo, un marido corneado y otro que no se sabe bien qué.
1789. La toma de la Bastilla. Mueren muchos franceses. Tarde cerrada. Veinte grados de temperatura y bastante alboroto.
Esas mujeres y esos hombres, norteamericanos esta vez, juegan a la gallinita ciega, tonto el último y tiro porque me toca. Su competición consiste en hacer el imbécil a tiempo completo, de la forma más mostrenca y ridícula que sea posible. Van empatados, no se sabe cuál lo hace con más esmero. Las tarjetas de los jueces indican disparidad de criterios. Dura lucha.
1492: La conquista del paraíso. Colón zarpa rumbo a las Indias. El imperio español en pleno apogeo.
Sexo, sangre y mucho lloro. La receta más querida de la cochambre USA. Sus fantasías más deseadas. Lo que riega sus sueños y películas con abundancia de diluvio.
2001: Una odisea del espacio. HAL canta.
Al principio no damos crédito ante una narración tan confusa y cutre, esos saltos temporales sin venir a cuento de tan rebuscados y delirantes y constantes y metidos al mogollón, esa mezcla de personajes y encuentros casuales y cuitas vecinales que parecen como de corrala madrileña en plena reunión de vecinos en hora punta. Después, empeora, cada vez más, mucho más. Al final, el desastre es tan estrepitoso que a más hechos atroces, más risa/pena (de vergüenza ajena) da.
El viernes pasado. No. El domingo del partido. En la siesta. Una nube pasa. El ornitorrinco se despereza.
Paso al spoiler. Solo por escribir un poco más, puro vicio. No voy a aclarar nada. A lo sumo algún viaje en el tiempo más que son la mar de divertidos. Venga, va.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Quizás podría haber sido un cuento lúgubre, una fábula oscura, una distopía exhaustiva sobre las dificultades maternales de las mujeres contemporáneas. Sus problemas conyugales. Su difícil papel. Sus complicadas relaciones sentimentales. Quién sabe.
O una simple historia de vidas azarosas y encuentros insospechados; el retrato complejo de un microcosmos viciado.
Por qué no el relato de una buena mujer superada por las circunstancias y renacida de sus cenizas como el ave Fénix.
Lo que no debería haber sido nunca jamás, cómo se les ocurre semejante mamarrachada, es una orgía sangrienta tan rocambolesca y descerebrada y grotesca que fulmina cualquier posible sentido o buena intención si los hubiera y que los sustituye por la charcutería más primitiva y bajuna que cambia la psicología de los personajes por la idiotez más cafre y revienta la trama en favor de un efectismo de frenopático.
En fin, si al final, oh Dios mío, lo que querían dar a entender es una especie de, por qué, señor, exaltación de la hermandad femenina frente al macho alfa ultra felón, nooooo, en verdad lo que ha quedado es el muestrario de idiotas (da igual género/sexo en este desgraciado caso) más espantoso y abominable que parió la imaginación humana, nadie se salva en este carnaval de la memez más pluscuamperfecta y garrula. No sirven ni para experimentos del doctor Mengele.
Se para el tiempo. Los relojes se funden. La rotación de la tierra se detiene. El Bing Bang nunca existió.
Ella coge el ¿¿¿¡¡¡sacacorchos!!!??? (¿¡sic!?) y se lo clava en el pescuezo ofrendado a él. La otra le remata con saña en un gesto de solidaridad que quedará. Es seguramente uno de los finales más risibles y lamentables que cualquier cine excretó siempre.
Y en el infierno de Dante, no en el de Dan Brown que es demasiado benévolo y pimpollo, todos los críticos que alabaron esta obra enviada por Satanás para exterminar la raza humana de una vez por todas, padecerán terribles torturas (como el de caro diario tan malo), se les obligará a abrir botellas de vino todos los días sin ningún descanso, a pasar consulta psicológica cada noche, a escribir una tesis doctoral sobre la psicopatía en el mundo occidental según el cine norteamericano más taquillero o las novelas de fuertes pasiones más seguidas, serán catadores, sumillers y vinateros, jamás abstemios.
P.D.: Una pelirroja y dos rubias. Emily Blunt se esfuerza y deja la piel la pobre muchacha. Rebecca Ferguson acompaña con galanura. Pero la que más llama la atención por sus perversas maneras y muerte afrentosa es la fornicadora compulsiva y atractiva sin par de nombre Haley Bennett que diría, sin ningún temor a equivocarme, me la juego, a muerte, es una mezcla feliz de la mítica Rebecca de Mornay que mecía cunas con aviesas pretensiones y la estupenda Rosamund Pike que se inventaba pecados allá por donde pasaba. Lo digo por acabar con algo más agradable.
Ahora mismo...
Ayer se fue; mañana no ha llegado;
Hoy se está yendo sin parar un punto:
soy un fue, y un será, y un es cansado.
En el hoy y mañana y ayer, junto
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto.
O una simple historia de vidas azarosas y encuentros insospechados; el retrato complejo de un microcosmos viciado.
Por qué no el relato de una buena mujer superada por las circunstancias y renacida de sus cenizas como el ave Fénix.
Lo que no debería haber sido nunca jamás, cómo se les ocurre semejante mamarrachada, es una orgía sangrienta tan rocambolesca y descerebrada y grotesca que fulmina cualquier posible sentido o buena intención si los hubiera y que los sustituye por la charcutería más primitiva y bajuna que cambia la psicología de los personajes por la idiotez más cafre y revienta la trama en favor de un efectismo de frenopático.
En fin, si al final, oh Dios mío, lo que querían dar a entender es una especie de, por qué, señor, exaltación de la hermandad femenina frente al macho alfa ultra felón, nooooo, en verdad lo que ha quedado es el muestrario de idiotas (da igual género/sexo en este desgraciado caso) más espantoso y abominable que parió la imaginación humana, nadie se salva en este carnaval de la memez más pluscuamperfecta y garrula. No sirven ni para experimentos del doctor Mengele.
Se para el tiempo. Los relojes se funden. La rotación de la tierra se detiene. El Bing Bang nunca existió.
Ella coge el ¿¿¿¡¡¡sacacorchos!!!??? (¿¡sic!?) y se lo clava en el pescuezo ofrendado a él. La otra le remata con saña en un gesto de solidaridad que quedará. Es seguramente uno de los finales más risibles y lamentables que cualquier cine excretó siempre.
Y en el infierno de Dante, no en el de Dan Brown que es demasiado benévolo y pimpollo, todos los críticos que alabaron esta obra enviada por Satanás para exterminar la raza humana de una vez por todas, padecerán terribles torturas (como el de caro diario tan malo), se les obligará a abrir botellas de vino todos los días sin ningún descanso, a pasar consulta psicológica cada noche, a escribir una tesis doctoral sobre la psicopatía en el mundo occidental según el cine norteamericano más taquillero o las novelas de fuertes pasiones más seguidas, serán catadores, sumillers y vinateros, jamás abstemios.
P.D.: Una pelirroja y dos rubias. Emily Blunt se esfuerza y deja la piel la pobre muchacha. Rebecca Ferguson acompaña con galanura. Pero la que más llama la atención por sus perversas maneras y muerte afrentosa es la fornicadora compulsiva y atractiva sin par de nombre Haley Bennett que diría, sin ningún temor a equivocarme, me la juego, a muerte, es una mezcla feliz de la mítica Rebecca de Mornay que mecía cunas con aviesas pretensiones y la estupenda Rosamund Pike que se inventaba pecados allá por donde pasaba. Lo digo por acabar con algo más agradable.
Ahora mismo...
Ayer se fue; mañana no ha llegado;
Hoy se está yendo sin parar un punto:
soy un fue, y un será, y un es cansado.
En el hoy y mañana y ayer, junto
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto.