Esto ya me empieza a preocupar. Al ejército norteamericano ya le están sacando cantares. De todos es sabido que aquello es descojonación, depravación y aberración. Una sentina de corrupción. En eso estamos completamente de acuerdo. Pero un poco de dignidad y discreción ya, os lo pido por favor, debe parar. Lo que no puede ser es que estén todo el santo día publicando sus fechorías y, ya en el colmo de la degradación, haciendo de ellas películas y novelerías. Hasta ahí podíamos llegar. Qué nos va a pasar. Y luego pretenderán que cuando vayan por ahí a arreglar/salvar el mundo por enésima vez alguien les tenga un mínimo de respeto y consideración, se los pueda tomar mínimamente en serio, anda ya. Pero hijos de Dios, como dicen en el sabio mundo del fútbol, los trapos sucios se lavan en casa, sin que nadie se entere ni sospeche, a la chita callando, entre las sombras, cuando nadie me ve.
El mundo es duro, dice con la cara de palo habitual el cincuentón (le echan cuarenta clavados los muy tronados y bien intencionados) Cruise en un alarde reflexivo y aforístico. Te quedas corto, cariño. Por lo visto en tu película, es más bien un jodido infierno. Dedicado especialmente para ti. Ya no solo te mandan regimientos de militares malotes medio atontados y de carnes blandas, ahora encima le han sumado horror interior, doméstico, del del día a día, para que así no te falte de nada ni de vicio te quejes, dos mujeres, una rubia y otra morena, como en zarzuela, una adolescente y otra madura, una posible hija y otra quizás más amante, quién la pillara, para que te hagan la vida imposible en tu propia casa, en casa de herrero, cuchillo de palo, como quien diría, al detalle, la tortura al dedillo y a la minucia, cada puto segundo con el matarile, la más niña empeñada en que seas su niñera o padre putativo, la muy puñetera, venga a dar pistas al enemigo por si no tenía claro dónde estabais o parabais, metidos o escondidos, vuestro recóndito paradero, la segunda, la más hermosa, rotunda y crecida, obligándote a pedirla disculpas cada vez que le salvas la vida como rutina o tradición, esa obligación, lo normal en esos casos, lo que haríamos todos, ella que se pone al muere, para variar, y tú que intervienes raudo por su salud en peligro, con lo que ella lógicamente mucho se enfada, que no, que para qué te metes, Reacher machista, que yo me las apaño sola en eso del morir más o menos a gusto y lo de la palizorra bien recibida, a ver quién cojones te has creído.
Si la queremos separar en dos partes, por si todo junto se nos hace bola en la garganta y no lo podemos tragar y nos asfixiamos, yo me quedaría con el enjundioso psicodrama feminista sin dudarlo ni un segundo, ahí lo prefiero, ahí te quiero ver, querido Jack, coqueteando con una mientras con la otra te ves poniendo mohínes y haciendo mimines, mucho mejor esas charlas y devaneos calenturientos que el reguero de mamporros en aluvión y la pasión de gavilanes con el malo tan avieso y fortachón, y fantasmón. Da gusto ver a esas bellas mujeres partiendo la pana entre tanta testosterona tan mal asimilada.
Es una película rutinaria, cansina, levemente aburrida-entretenida-tonta-funcional y dormidera. Permite a tu alma viajera, free bird, visitar otras dimensiones más ricas e interesantes que esta que nos llena a la vez que tu cerebro y tu cuerpo cumplen con las funciones mínimas e indispensables para el feliz transcurrir de la vida. Te impide realizar ecuaciones de segundo grado o resolver teoremas complejos, eso es también cierto, pero no le pone mala cara a que reflexiones sobre ese dolor de rodilla que últimamente te atormenta/acogota en cualquier mala esquina o que te cisques en esos seres malos, a ti también te pasa, Reacher es solo uno más en la pelea contra monstruos, que te quieren robar a mano armada la felicidad a cada minuto.
Es muy mediocre y se acerca a completamente mala. Y no, tanto no. No sé... Nueva Orleans un rato, ellas otros, un poquito de tensión, una persecución en las azoteas...