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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
3
Drama “Yo soy una niña” pretende visibilizar la realidad de la transexualidad en la infancia y destacar la importancia de la figura de los abuelos.
20 de junio de 2021
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿No es contradictorio discutir lo más normativo, dogmático o impuesto, querer ampliar fronteras y derribar barreras, para caer al mismo tiempo de bruces, de hoz y coz, en otra casilla todavía más feroz y cerrada si cabe, obsesivamente amurallada, fanáticamente defendida y compulsivamente nombrada? ¿No sería mejor dejarlo estar, ya se verá, ser más natural, todo puede fluir, pasar o cambiar, otra vez, tranquilidad?
¿No es contradictorio defender la idea de que la cultura pervierte, somete o moldea nuestra identidad o por lo menos la condiciona y hasta falsea e incluso fuerza, y al mismo tiempo tener tan claro que si le gustan las muñecas y las faldas ya es indudablemente y para los restos una niña, acogerse a algo tan superficial y cultural para afirmar aun con más ahínco justo lo que se pretendía negar, rechazar o por lo menos al principio cuestionar?
¿No es contradictorio considerar que un niño a los pocos años, cuatro se dice en este caso, no puede decidir nada, ni mucho menos lo más importante, somos los padres o tutores los que debemos hacerlo porque ellos, los pobres, santos inocentes, están todavía a millones de años luz de tener esa capacidad o mínimo criterio y así se lo demostramos todos los días con todo y al mismo tiempo en este caso concreto, solo en este apartado, en el resto no, el de la identidad sexual nada menos, darle todo el poder y capacidad de decisión al infante, igual que si fuera una persona muy madura y con mucha experiencia a cuestas, insistimos, en un asunto ya de por sí tan enrevesado y complejo, no suena un poco absurdo o tramposo o raro o sospechoso todo cuanto menos?
¿Y si, por lo que sea, cuando llega la adolescencia y su cuerpo cambia, entonces decide o piensa lo contrario, donde dije digo, digo Diego, se siente nuevamente diferente, no está conforme, le tiran más los pantalones y los soldados de juguete, el fútbol y esas cosas tan de hombres como las muñecas y las faldas son de mujeres, qué hacemos o decimos, qué pasa ahora, echamos marcha atrás o hacia delante, nos quedamos en el punto medio, hacemos los trámites para volver a cambiar de nombre o reprimimos al buen chaval por su cambiante o mal comportamiento, seguimos siendo tan libres y buenos? ¿Y si pasada la adolescencia, ya cumplidos los dieciocho, siente que no, que se ha equivocado de nuevo o que ha vuelto a evolucionar y que ahora le gustan mucho más Mónica Naranjo y Barbra Streisand, que quiere ser como ellas, el cambio del cambio, como los buenos políticos, dónde estamos, nos perdemos? ¿Y si, como es bien sabido, a la vejez viruelas..., cree o entiende que... porque..., qué?
En fin, la señora es lista y tremenda, de armas tomar, menuda buena elementa, entre Juana de Arco y Agustina de Aragón, ella sola levanta España, pero su testimonio mucho abarca y poco aprieta, sería como tratar de analizar una montaña, el universo entero, teniendo en cuenta, fijándose solo en una mota de polvo, lo cual es valioso e interesante, nada despreciable, pero su relato habla mucho más de cómo es ella como persona que del hecho que aquí se plantea o malamente se nos cuenta.
Diría que es una exposición anticientífica y antirracional, muy humana y sentimental.
Por cierto, los niños, pese a lo comentado por la buena señora, no son ni mucho menos ideales, son todavía si cabe más conservadores y brutales que sus mayores, su único problema es que tienen menos fuerza, son más como animales, en lo bueno y en lo malo, menos conscientes, tienen una relación más directa con la realidad, menos filtrada por la cultura, pero se dejan llevar por el grupo y repiten conductas, imitan lo que ven en su entorno más directo, se tratan de adaptar a lo que creen que se espera de ellos, quieren obtener reconocimiento, aprecio, premio, son como nosotros en una versión más pura, de igual esencia y catadura, no ha lugar a ensoñaciones, tópicos o divisiones falsas o maniqueas entre los chavales y sus padres.
Ferdydurke
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