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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
5
Drama. Fantástico George Bailey (James Stewart) es un honrado y modesto ciudadano que dirige y mantiene a flote un pequeño banco familiar, a pesar de los intentos de un poderoso banquero por arruinarlo. El día de Nochebuena de 1945, abrumado por la repentina desaparición de una importante suma de dinero, que supondría no solo la quiebra de su banco, sino también un gran escándalo, decide suicidarse, pero cuando está a punto de hacerlo ocurre algo extraordinario. (FILMAFFINITY) [+]
26 de diciembre de 2022
5 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
A esta película se debe seguramente uno de los inventos más funestos horripilantes de la historia de la humanidad, a los maratones (si por lo menos fueran esprines) caritativos televisivos o más bien de cualquier tipo me refiero, por supuesto, algo completamente espeluznante y repulsivo, terriblemente lesivo, la mar de dañino. Mal empezamos (o más precisamente terminamos). De la peor de las maneras. Así no hacemos carrera.
Si dura más de dos horas, tiene treinta minutos (exagero, yo sí que soy bueno) realmente loables y brillantes, y perspicaces, el resto, venga, no lo neguemos, confesemos, es bastante flojo, una mezcla de manipulación sentimental burda (ay, la historia, por mal ejemplo, del veneno... ), demagogia de alpargata (ricos, pobres y por el camino yo me entretengo), buenismo de derribo (casi como una condena, te jode la vida, te mata de pena, mira el pobre padre qué ruina de vida, qué triste muere) y todo apañado por/en un guion con más trampas que un tahúr de Torrelodones, muy superiores a los del Misisipi, la duda ofende. En ese rato feliz, cuando se viene abajo y saca su verdadero yo tan sepultado, tanto tiempo oculto reprimido, ese que despreciaba con todas las energías de su alma a su familia (el trabajo de su padre, se lo llega a decir a la cara al principio, cuando es todavía más inocente), y a su pueblo (también lo reconoce de joven) y a la gente que se casa (hasta a su supuesta amada una gran mediocre la considera, hasta eso se le escapa), el de gran trepa en potencia que quiere huir de los suyos como de la peste, de su tierra, de su gente, que no encuentra el momento para salir pitando, para escapar escopeteado, sí, todo eso que suelta por su boquita desesperado al final es lo que en verdad pensaba desde siempre y no se atrevía a decir/reconocer últimamente ni a sí mismo finalmente (con el paso de los años había aprendido a disimular y guardarse la sinceridad para sí, enterrada bajo siete llaves en su interior clausurado corrupto), había engañado tanto todo el rato a todo el mundo que hasta se había terminado creyendo sus propias patrañas o añagazas, pero entonces ya no puede más, estalla y se caga en lo más grande, en lo más pintón o sagrado, en la mujer, en los hijos, en los amigos, en to lo vivo, qué mala es la hipocresía, qué perra, ahí, en ese tramo iluminado, se atisba o alumbra una gran verdad, que no hay nada peor o más peligroso para la sociedad y el bien común que un hombre bueno vade retro, que en cuanto se quita la máscara y descansa de la farsa diaria da mucho miedo, es puro amasado veneno (sí, Jekyll y Hyde ahí le andan), tremendo, capaz de montar la de Puerto Hurraco en un nanosegundo o momento, a nada que te descuides u oses darte la vuelta un minuto, es tanto lo que tuvo que fingir o tragar, tantas trolas y atrocidades que tuvo que representar, que en cuanto explota por una simple adversidad, acabáramos, aparece el temido adversario, su ira no tiene límite ni fin, medida ninguna, su odio es calcinador, abrasivo, es peor que un demonio o un gerifalte español cualquiera, asola, te saca los higadillos en un suspiro, capaz de vender su alma y a su madre, su mujer y su abuela si la hubiera de paso por algo de dinero, por un puñado de dólares nada menos.
Y menos mal, qué suerte la nuestra (algo siempre nos toca, las migas, el plato rebañamos con ansia viva), y la suya, que Dios es yanqui (gracias a él, de hecho, ganaban antes todas las guerras), me sacas de una duda, porque si llega a haber nacido en Tanganica, o no tanto en Coria, esta fiesta acaba como el rosario de la aurora, en agonía y guadaña, descalzaperros, abominación, llanto y crujir de dientes, suspiria, cochiquera, afrenta, parca, perrera.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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