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Voto de Ferdydurke:
4
5,7
258
Comedia. Fantástico
Nicomedes Gutierrez, médico de pueblo, apunta cuidadosamente todo lo que ocurre en su vida hasta el último detalle. Está enamorado de la maestra del pueblo, pero antes de casarse decide darse el capricho de echar una cana al aire. (FILMAFFINITY)
28 de diciembre de 2017
12 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida del hombre medio no tiene remedio. Ni te cases ni te embarques.
Si te lanzas, sin ganas, por puro compromiso y obligación moral, al abismo de la pasión carnal, el exceso como norma, el alcohol como divisa y la disolución en todas sus depravadas formas, pronto comprobarás, muy a tu pesar, que el conocimiento empírico confirma tus peores prejuicios, que la pretendida y eterna farra, que el golfeo, el sexo, el pendoneo, todo el chalaneo y la abundante juerga no son, en verdad, más que cargas, embustes, ingratas tareas, compañía de atorrantes y pelmas, un compendio de estupidez y pena. Todo son máscaras, sombras, espejismos, lata.
Si optas, una vez pasada la desagradable prueba de la orgía efímera, en cambio, por el sano casamiento, la vida ordenada, llena de normas, las costumbres morigeradas, la mujer a tu vera, el trabajo dichoso, la criada, la música y toda la pesca, sentirás, con pánico y sorpresa, que eres una mosca, atrapado en una telaraña, capado, aburrido, amaestrado, sin pasión, sin libertad, sin salida.
Lo mejor, por tanto, hubiera sido la soltería, sin fiesta libidinosa ni esposa perfecta.
Pero esa opción no se concibe. No cabía en esa época.
Por eso es el retrato de una angustia, de un vacío, de un horror, la vida como un infierno sin solución, la muerte devorando los segundos con tedio y agonía.
Él es un neurótico, egocéntrico, pasmado, insensible, mediocre y paleto elemento. Para salir corriendo.
Ella es un pánfila, pasiva agresiva, cansina, insufrible, impertérrita, tremenda, sosa y aburrida individua. Para no verla.
La película comienza con brío, buenas ideas, ritmo, brillantes diálogos y una magnífico Closas. Pasan los minutos y las escenas. Asoman la puerilidad y la obviedad más gruesas. Se alargan las noches madrileñas. Se escoran hacia el ridículo, la tontada y la situación roma. Se va. Vuelve. Tienen prisa. Llega el problema. Lo resuelven, pero ya no nos importa.
Descompensada entre un desarrollo muy largo y demasiado repetitivo, y una parte final demasiado simple y con prisa.
Es una comedia elegante y bien escrita, pero redicha, infantil (ante planteamientos vidriosos, prefieren optar por la solución más caricaturesca y evasiva), difusa (muchos temas graves tratados a la carrera indiscriminada y banal), superficial (pareciera como si temieran meter la pata o hurgar en la herida), demasiado hablada y agotadora. Como pelear contra gigantes travestidos de niños.
Si te lanzas, sin ganas, por puro compromiso y obligación moral, al abismo de la pasión carnal, el exceso como norma, el alcohol como divisa y la disolución en todas sus depravadas formas, pronto comprobarás, muy a tu pesar, que el conocimiento empírico confirma tus peores prejuicios, que la pretendida y eterna farra, que el golfeo, el sexo, el pendoneo, todo el chalaneo y la abundante juerga no son, en verdad, más que cargas, embustes, ingratas tareas, compañía de atorrantes y pelmas, un compendio de estupidez y pena. Todo son máscaras, sombras, espejismos, lata.
Si optas, una vez pasada la desagradable prueba de la orgía efímera, en cambio, por el sano casamiento, la vida ordenada, llena de normas, las costumbres morigeradas, la mujer a tu vera, el trabajo dichoso, la criada, la música y toda la pesca, sentirás, con pánico y sorpresa, que eres una mosca, atrapado en una telaraña, capado, aburrido, amaestrado, sin pasión, sin libertad, sin salida.
Lo mejor, por tanto, hubiera sido la soltería, sin fiesta libidinosa ni esposa perfecta.
Pero esa opción no se concibe. No cabía en esa época.
Por eso es el retrato de una angustia, de un vacío, de un horror, la vida como un infierno sin solución, la muerte devorando los segundos con tedio y agonía.
Él es un neurótico, egocéntrico, pasmado, insensible, mediocre y paleto elemento. Para salir corriendo.
Ella es un pánfila, pasiva agresiva, cansina, insufrible, impertérrita, tremenda, sosa y aburrida individua. Para no verla.
La película comienza con brío, buenas ideas, ritmo, brillantes diálogos y una magnífico Closas. Pasan los minutos y las escenas. Asoman la puerilidad y la obviedad más gruesas. Se alargan las noches madrileñas. Se escoran hacia el ridículo, la tontada y la situación roma. Se va. Vuelve. Tienen prisa. Llega el problema. Lo resuelven, pero ya no nos importa.
Descompensada entre un desarrollo muy largo y demasiado repetitivo, y una parte final demasiado simple y con prisa.
Es una comedia elegante y bien escrita, pero redicha, infantil (ante planteamientos vidriosos, prefieren optar por la solución más caricaturesca y evasiva), difusa (muchos temas graves tratados a la carrera indiscriminada y banal), superficial (pareciera como si temieran meter la pata o hurgar en la herida), demasiado hablada y agotadora. Como pelear contra gigantes travestidos de niños.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El orden es muerte. El caos es vida. La muerte mata. La vida duele.
La muerte aburre. La vida destruye. La muerte te quiere encerrar, que no te muevas. La vida te zarandea, torea y humilla. La muerte es tranquila, machacona y previsible. La vida es insoportable, ruidosa y falsa.
La muerte te cuida, protege y retiene. La vida te engaña, exige y pervierte.
La muerte no es la solución, hay que huir como de la peste. La vida es una obligación, un imposible, una condena.
El arte, tal vez. Que hace de intermediario. Equilibra, sustituye, redime.
Quizás. Pero no es este el caso. Esta obra, como mucho, será un potente narcótico, para distraerse solo un miserable rato, para olvidar un tramo.
La muerte aburre. La vida destruye. La muerte te quiere encerrar, que no te muevas. La vida te zarandea, torea y humilla. La muerte es tranquila, machacona y previsible. La vida es insoportable, ruidosa y falsa.
La muerte te cuida, protege y retiene. La vida te engaña, exige y pervierte.
La muerte no es la solución, hay que huir como de la peste. La vida es una obligación, un imposible, una condena.
El arte, tal vez. Que hace de intermediario. Equilibra, sustituye, redime.
Quizás. Pero no es este el caso. Esta obra, como mucho, será un potente narcótico, para distraerse solo un miserable rato, para olvidar un tramo.