Cuento de terror gótico.
Una especie de ensayo general para "El laberinto del fauno"; fantasía infantil oscura más melodrama en época de quebrantos y pistolas. Como "Adiós, muchachos" expuesta al sol patrio y llevada al cine de género por un buen mexicano antaño. Como la Comala en plena guerra civil española.
Interesante, con bellos momentos y buena fotografía, pero pesada y algo desvaída.
Es una de esas películas que una vez acabadas mejoran, ya que terminan siendo circulares, con sentido, al principio y durante su moroso transcurso mucho más inadvertido, finalmente; en las que te das cuenta de que las piezas encajan, que no están lanzadas o puestas a lo que salga. Lo duro, lo malo, es el trayecto; confuso, tortuoso, inane.
No acaba de cuajar la mezcla de realismo y pesadilla; ni casan bien la poesía y el espanto en este caso, ni el mundo adulto y el infantil, los fantasmas con los vivos, el sexo y la muerte... Vamos, que anda todo manga por hombro.
Se aprecian el estilo y la intención, y, como ya hemos dicho más arriba, el resultado; no tanto, mucho menos los detalles: la suma de escenas, los personajes superficialmente construidos y las reacciones de estos, demasiado bruscas y desmañadas, poco trabajadas.
Como aproximación, bien. Como película completa, solo regulera.
Noriega se ve superado por un malvado tan absoluto. Paredes está mucho mejor y Luppi, como casi siempre, bien. Los niños cumplen.