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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
4
Intriga. Thriller. Ciencia ficción. Drama César, un atractivo joven que ha heredado de sus padres una gran fortuna, vive en una espléndida casa en la que organiza lujosas fiestas. Cuando una noche conoce a Sofía y se enamora de ella, Nuria, su antigua amante, se muere de celos. Al día siguiente, yendo en coche con César, Nuria intenta suicidarse provocando un accidente. Cuando César se despierta en el hospital descubre que su rostro ha quedado horriblemente desfigurado. (FILMAFFINITY) [+]
16 de diciembre de 2023
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Walt Disney (vuelve de entre los muertos) y no (da ningún miedo).
Tras el quinto giro, sorprende, inquieta.
Después del decimonoveno, asombra, encanta.
En el vigesimoquinto, deslumbra, anonada.
Tras el cuadragésimo séptimo, agota, cansa.
Después del quincuagésimo sexto, te importa una mierda, el universo entero.
En el sexagésimo octavo, te quieres morir, no das más de sí.
En el septuagésimo tercero, ya estás muerto (y lo sabes, a ciencia cierta, polvo, cenizas, pudridero, espanto, escupidera).
Y al final... legó el final.. y... (no) despiertas.
La primera media hora está bien, es un pequeño artefacto juguete prodigio narrativo que sortea con habilidad las tremendas dificultades que plantea el habla pijo joven coyuntural tan lerda de la época, esa jerga. Pero lo dicho, lo salva, escollo, y lo eleva*, el engorro.
En la segunda media consolida ese espacio imposible de infinitos espejos juegos vueltos huevos revueltos y dobles y cuádruples copias y repeluses y requiebros y gracias e ingenios y miedos milagros deseos y acaboses desperfectos encontronazos afectos celos y triples cuerpos por lo menos y mierdas ambigüedades indeterminaciones de todas las clases y colores, non olet, abrazos rotos identidades estupefacciones, estupores y temblores, el carajo de la vela y el sursum corda.
En la última hora o casi completamente desbarranca, se vuelve pesada, vacía, tontorrona, absurda, superficialmente pretenciosa, intrincada para nada, retorcida, boba, babosa, pesarosa, ay Chete Lera.
Y en el último suspiro lo explican ¿todo? y... vale, de acuerdo, ¿remonta?, ¿importa?
Si hubiese durado hora y cuarto, ¿obra maestra?, la mar de bien estaría la cabrona.
Vértigo, el Nolan de Origen, Matrix, Doce monos... Vigalondo..., en los noventa, y en años posteriores, se tiró mucho de este tipo de historias, Alex Proyas, entre lo fantástico, Milla Jovovich, lo corporativo, lo amenazante, Destino oculto, lo sospechoso paranoico, Regresión, las señas de identidad y la nada, fin de mileno, escogorcio, el milenarismo va a llegar y al final... llega (cambio de ciclo/tiempo, tras la caída, a plomo, estrépito, del imperio soviético, se abrió un abismo ¿ominoso?, un agujero en el suelo ¿cielo?, moría lo maniqueo, el enemigo ya no estaba fuera, del cuerpo, del territorio, venía de dentro, de ti, de tu gente, de tus amos o jefes, había que inventar nuevos molinos y gigantes, luchar contra lo desconocido, crear enemigos invisibles, se llenó el desierto de tártaros, de atorrantes, de desnudos y muertos, mostrencos, nuevo censo, lucha de gigantes, epítome, y cabezudos, de enanos y pelotudos, había que situarlos, en algún sitio tenían que estar o dormir, pasar la noche, en tu propia perturbada mente que si no encuentra en el exterior el mal, lo crea en su sesera, o en el capitalismo democrático rampante definitivamente triunfante, inmortal, como enfermedad tumorosa que, a través, de un poder cada vez más siniestro e invisible lanza, o lanzaba, sus tentáculos a todas partes y tiempos y, para más inri, se viste o vestía de bueno, de seda, azul terciopelo, lo hacemos por vosotros, para curaros, no es o era, por lo tanto, atacable, el ciudadano está y estaba inerme, seducido y abandonado, sin referentes, vendido, perdido, engañado, preñado, confundido, cazando moscas, toreado, estafado, sin sentido, todo había cambiado para seguir igual o peor que antes, como siempre, dando pena al cagancho, el maligno estaba y está en todas partes, pero es indetectable, está tan a la vista que no se le puede ver, se hace tu amigo, y la picha un lío, mientras te saca toda la sangre, las entrañas con una cuchara de comer lentejas si no las quieres no las dejas, y de ti, a mandíbula batiente, se descojona o descojonaba, noche y día, así reían), no somos nada, escombrera, jodienda.
Aquí vemos a Amenábar como un dotado narrador (otro Bayona ¿quizás más talentoso y menos puro contador?, otro Spielberg, miniyo, patrio, hijos de un dios menor), con buen pulso y mucho oficio a pesar de su juvenil ineptitud y que, supongamos que por ello, se pierde a mitad de camino (a la mitad de la vida), selva espesa oscura, y al final no sabe cómo salir del lío en el que se ha metido, pero la peli, más allá de esos laberintos acertijos jeroglíficos de niños, en verdad, no cuenta nada, a lo sumo como nominalismo, que si el sueño o la vigilia, la realidad o la ficción, la apariencia y la realidad y un largo etcétera de conceptos nombres en este caso vacíos, sin nada dentro, huecos, excusas, tontería, es, por lo tanto, y como mucho, un pasatiempo trampantojo o, en el mejor de los casos, un (feliz tortuoso) divertimento.
Que no hay que ser un hijoputa niño bonito chorra que tanto folla que al final se acaba pagando tanto nefando pecado y sin el cola cao te quedas, el hombre del saco, no tan rico o consentido o gilipollas o sí...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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