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Voto de Ferdydurke:
5
6,4
6.003
Intriga. Thriller. Drama
Un hombre aparece muerto en la cama de un tiro en la nuca. Frank (Al Pacino), el policía encargado del caso, sospecha que lo ha asesinado una mujer. Un compañero (John Goodman) que se ocupa de un caso idéntico coincide con su teoría. Las dos víctimas habían puesto sendos anuncios en verso en una revista de contactos. Poco después, otro hombre, que también publicó un anuncio similar en la misma revista, muere del mismo modo que los otros ... [+]
26 de julio de 2020
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ataque de apendicitis. Samuel L. Jackson. Antimonio. Cita a ciegas. ¿Qué buscas?
Tira y afloja. Que no nos aclaran y nos perdemos. La amo me mata. Sexo o muere. La duda me corroe. El suspense y la intriga me confunden, aliñan la salsa investigadora.
Al Pacino y John Goddman. Estupenda pareja protagonista. Y ella pone la maravillosa erótica guinda.
La cotidianidad, los interludios, las transiciones, los supuestos tiempos muertos, cuando menos pasa en esta entretenida y tonta película es cuando más gusta, divierte, enriquece o entretiene a pasos agigantados. No así en los momentos fuertes, highlights, tramperos, traicioneros, cutres, marrulleros.
No me importa nada si ella es la asesina o su vecina, tampoco la prima de la Conchinchina, ni tampoco si va desnuda o vestida, tápate, anda, buena mujer; bastante más las chuscas citas de mentira, ellos meseros que nacieron en verdad para ello, Gina, esa mujer divina que huye en la noche casi desnuda, muy despavorida, la vieja adolorida pobre llorando rendida, los pisos de ambos, así comparamos, el calor del hogar un poco trastornado femenino versus la soledad derruida del divorciado alcohólico tan de corazón solitario roto, la madre que tanto sabe, que se da perfecta cuenta de que él es un enorme mequetrefe, la hija pequeña siempre aludida que duerme como una bendita, los colegas chabacanos policías, todo eso más sí.
Equivoca el tiro, pero no demasiado, se lo perdonamos, es mucho mejor lo callado, lo más inadvertido, lo solo insinuado, hay que dejar atrás el ruido, el impacto, el susto, el misterio, el chichinabo, ese juego de bobos niños que fingen malamente ser adultos, eso de si a ver si va a ser que ella en realidad es pero no porque yo y luego si eso pero entonces quizás porque sin embargo he visto pero claro un rato no sé si tal vez por qué... Toda esa triste, tópica y burda retahíla solo sirve para tirarla al cubo de la basura aburrida.
Tira y afloja. Que no nos aclaran y nos perdemos. La amo me mata. Sexo o muere. La duda me corroe. El suspense y la intriga me confunden, aliñan la salsa investigadora.
Al Pacino y John Goddman. Estupenda pareja protagonista. Y ella pone la maravillosa erótica guinda.
La cotidianidad, los interludios, las transiciones, los supuestos tiempos muertos, cuando menos pasa en esta entretenida y tonta película es cuando más gusta, divierte, enriquece o entretiene a pasos agigantados. No así en los momentos fuertes, highlights, tramperos, traicioneros, cutres, marrulleros.
No me importa nada si ella es la asesina o su vecina, tampoco la prima de la Conchinchina, ni tampoco si va desnuda o vestida, tápate, anda, buena mujer; bastante más las chuscas citas de mentira, ellos meseros que nacieron en verdad para ello, Gina, esa mujer divina que huye en la noche casi desnuda, muy despavorida, la vieja adolorida pobre llorando rendida, los pisos de ambos, así comparamos, el calor del hogar un poco trastornado femenino versus la soledad derruida del divorciado alcohólico tan de corazón solitario roto, la madre que tanto sabe, que se da perfecta cuenta de que él es un enorme mequetrefe, la hija pequeña siempre aludida que duerme como una bendita, los colegas chabacanos policías, todo eso más sí.
Equivoca el tiro, pero no demasiado, se lo perdonamos, es mucho mejor lo callado, lo más inadvertido, lo solo insinuado, hay que dejar atrás el ruido, el impacto, el susto, el misterio, el chichinabo, ese juego de bobos niños que fingen malamente ser adultos, eso de si a ver si va a ser que ella en realidad es pero no porque yo y luego si eso pero entonces quizás porque sin embargo he visto pero claro un rato no sé si tal vez por qué... Toda esa triste, tópica y burda retahíla solo sirve para tirarla al cubo de la basura aburrida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
El final es horripilante, patético, lamentable, el Rooker loco haciendo el mamarracho (en realidad es como el camión de la basura, recoge todos los despojos que ella va dejando, su labor es, por tanto, purificadora, de mucha limpieza para la ciudad; y es cierto también que ya apuntaba muy malas maneras desde el mismo principio, había hecho un chiste muy malo de culo, no había dudas de que no tenía humor ninguno, era el asesino, seguro, y además racista -por cierto, ¿qué pasó con ese negro sospechoso que olvidaron un tanto?) y esa pelea de gatos, muy ridículo y penoso todo.
El epílogo es más simpático, cuando vuelven, claro que sí, a echar más polvos energéticos (aunque claro, él andaba casi a punto de llegar a los cincuenta por aquella época, los frisaba peligrosamente, y ella estaba en la apoteósica medianía de los treinta y se nota, ella es una felina gata, muy leoparda, él es un gracioso y guapo tarugo, pesado como un mulo) y a cuidar por fin, de una vez por todas, a esa ahora huérfana del todo hija Sara que necesitaba tanto un padre putativo pimpollo como tú, con esos ojos grandes abiertos siempre, Pacino, cariño, moreno, bandido, hermoso mío.
Mucha infame poesía y esa balada triste de trompeta que suena en la noche más lluviosa que remata el gran Tom Waits de postre, muy postrero siempre el condenado.
El epílogo es más simpático, cuando vuelven, claro que sí, a echar más polvos energéticos (aunque claro, él andaba casi a punto de llegar a los cincuenta por aquella época, los frisaba peligrosamente, y ella estaba en la apoteósica medianía de los treinta y se nota, ella es una felina gata, muy leoparda, él es un gracioso y guapo tarugo, pesado como un mulo) y a cuidar por fin, de una vez por todas, a esa ahora huérfana del todo hija Sara que necesitaba tanto un padre putativo pimpollo como tú, con esos ojos grandes abiertos siempre, Pacino, cariño, moreno, bandido, hermoso mío.
Mucha infame poesía y esa balada triste de trompeta que suena en la noche más lluviosa que remata el gran Tom Waits de postre, muy postrero siempre el condenado.