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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
2
Comedia. Acción Comedia de acción que nos presenta al Cuerpo de Élite, servicio secreto español. Tras la trágica muerte de sus miembros, el cuerpo recluta a un nuevo grupo de agentes que deberán dar con un loco terrorista que se ha hecho con una vieja bomba sumergida en la playa de Palomares (Almería) donde, recordemos, en 1966 un bombardero estadounidense que transportaba armas nucleares cayó sobre la costa del Mediterráneo. (FILMAFFINITY)
20 de septiembre de 2016
11 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
No, si al final va a resultar que el análisis político más penetrante a la par que esperanzador viene en forma de comedia descerebrada y bastante roma.
Pues creo que sí. Si "Los ocho apellidos vascos" fue la demostración de que el puebloespañol (todo unido que está en su querer) necesita consuelo y alegría tras cuatro décadas de atroz guirigay autonómico y monstruoso canto al más primario, primitivo y cutre, también paleto, "qué hay de lo mío", cuanto más local mejor, esta bobada que nos ocupa en estas líneas sobrantes (siempre lo son) también, sigue la senda, repite fórmula y sentido, otra vez el mismo mensaje/menaje conciliador, soleado y buenista.
Resumo y concentro: que todos somos hermanos y que España es una (o varias, o muchas, o alguna, quizás ninguna, entelequia flotante o concreta masa histórico-política, tú eliges y si ganas te damos una bandera nacional y un himno con letra recién hecha por un comité de sabios, poetas y cantantes, todos nacidos en democracia, sin el peso ominoso, huella indeleble, del franquismo sobre sus espaldas, con un RH negativo y sin ningún antepasado que jamás de los jamases hubiese tenido nada que ver, ni siquiera imaginado, con cualquier resbalón facha o engendro parecido), grande (en sus muchos trozos, particiones, regiones, localidades, naciones, partes, remiendos, segmentos, comunidades, autonomías, congresos, palacios, castillos, marquesados, países, sectores, vectores, estados, pedanías, pocilgas, comarcas, alcaldías, diputaciones, concejalías, pueblos, campos, senados, establos, ciudades, bingos, plazas, mancomunidades y tablados), y libre (a ratos, a cachos y a nódulos, quizás más espacial que sentimental o moralmente, complejo asunto que ahora aparco ante la urgencia de otros mayores y más presurosos, aquellos que requieren de mi afilada pluma con más denuedo), vamos, que aunque seamos muy diferentes en la forma (tanto tonto tópico que sirve para hacer chiste fácil y que así ría toda la puta platea), en el fondo somos igualitos y nos queremos a morir y nos necesitamos y nos ayudamos más o menos cuando hace falta y el sol algo aprieta y la cosecha es rala y así queremos estar por los siglos de los siglos amén.
Con el constante aceite engrasante del amor y el tres en uno de la amistad verdadera. Aquí la pareja la forman Madrid y Andalucía, centro y esencia del alma española, mejorando lo presente, que son acompañados y arropados en/al altar, boda nacional mediante, por los simpáticos y queridos, los periféricos pero no por ello menos importantes y trascendentales en nuestro devenir histórico, vascos y catalanes. Con la guinda del pastel ecuatoriana (valga como representante querido de todos los hispanoamericanos que aportaron savia nueva, vivificante, a nuestra sangre tan añeja y renqueante, y que como él fueron tan bien acogidos entre nosotros). Súmale un gallego (no podía faltar, cuentan también mucho) implacable e incansable y una murciana que pueda valer como epítome de todo el resto (todos sustanciales y esenciales pero que en este corto caso no cabían). Y ya está la ensalada nacional, el mapa entero de la concordia y el proyecto común, directos al cielo.
Lo que ha unido la comedia patria que no lo separe el hombre, más bien él, el político* (ese espécimen mutado y mutante, alien pavoroso, eslabón perdido de la raza, fallo pérfido y contumaz), que queda claro que es el mal absoluto, el malo, el enemigo, el otro, el horror. Miserable, gran Areces, oportunista y traidor.
Quizás lo único malo sea que la película es muy floja, muy pobre, muy tópica y con poca gracia. Recurre a lo obvio y aburre bastante. Se salva un poco por la buena intención general, por la salud de hierro (reírse de todos y de todo, ahí andamos, con cariño y buen rollo) y por cuatro o cinco gracias bien puestas (probablemente sea el ecuatoriano el más simpático y cachondo. Y tal vez la Abril, exagerada como siempre, bien).
Ya tenemos la nueva formación del espíritu nacional, democrático y abierto, como Dios manda. Y además con guasa. No se puede pedir más. Solo desear que se llenen las salas, se forren los productores y esta moda político identitaria circense se convierta en plaga tan grande que obligue a los gerifaltes que nos saquean a modo, cada día y sin freno, que nos guían al abismo de Hamelín con tanta desvergüenza, cutrez y mala baba, digo, que a ver si se enteran y se dejan de miserias microscópicas, arriman el hombro, se quitan prebendas y ya, si eso, nos hartamos de reír todos (con y de ellos), y acaban pensando en esa cosa tan bonita, tal idea platónico, como pudieran ser la verdad y la belleza, que dice llamarse el bien general.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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