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Voto de Ferdydurke:
6
6,4
76.365
Terror. Intriga. Thriller
Rachel Keller (Naomi Watts) es una periodista de investigación que no da mucho crédito a lo que considera una especie de leyenda urbana: al parecer, circula por ahí una cinta de vídeo con imágenes aterradoras, que va acompañada de una llamada telefónica en la que se predice, con una semana de antelación, la muerte de quien las ha visto. Sin embargo, cuando cuatro adolescentes encuentran la muerte exactamente una semana después de ver el ... [+]
3 de junio de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El miedo. Esta película puede ser un tratado sobre este asunto.
El horror tecnológico (especialmente el que emana de la televisión y el propagado por el ruido insidioso de los teléfonos que podría significar un rechazo a la modernidad, al progreso, a todo lo nuevo), el pavor ante lo desconocido, el espanto ante la verdad oculta y, definitivamente, el que los reúne y resume a todos, el compendio y la suma total, el origen y final, la causa y la consecuencia..., sí, el miedo a la muerte (la propia y la de los seres más queridos); ese hecho tan evidente, común, democrático, rutinario e inevitable que nos condiciona tanto y que tratamos con todas nuestras fuerzas, racionales e irracionales, e instintos de hacer como que no, que no va con nosotros, que es solo un accidente que le ocurre a los demás, una maldita casualidad allá en el horizonte, muy lejos de todo, casi imposible de creer, inasumible realmente. Es decir, sabemos que nos vamos a morir, sin duda, pero en un nivel puramente intelectual, como si fuera una fórmula matemática o una jugada de ajedrez (la alineación de nuestro equipo de fútbol o el nombre del perro del vecino), en el plano físico, emocional, "de piel", no, ahí es inaceptable, no existe, esa "sensación" la mantenemos todo lo alejada que podemos; nos distraemos, ilusionamos, entretenemos, esperanzamos, soñamos, refugiamos... en todo tipo de creencias, religiones, añagazas, espectáculos, drogas, deportes, sexo, cultura..., todo y más para poder vivir y soportarlo, seguir adelante como si nada, tener hijos, levantarnos todos los días, trabajar..., amarnos, odiarnos..., cualquier cosa nos vale para no pensar en ello, para imaginar que nosotros seguramente nos salvaremos, que ya se inventará algo, alguna medicina o medicamento, o que suceda cualquier tipo de milagro y así pase el tiempo y ahí sigamos, por qué no.
Bueno, pues esta película es un acercamiento metafórico, más o menos acertado, a todos los miedos y, como consecuencia, al Miedo en sí. Una forma de conjurarlo a través de la ficción, de conocerlo y domesticarlo, rebajándolo, deformándolo, jugando con él; un intento de dominar a esa bestia tan oscura, terrible e implacable.
La fórmula es sencilla y habitual en estos casos: susto-investigación-susto... No hay más. En ese aspecto es muy previsible. Y está bien hecha, sin sorpresas, pero con elegancia. Otra cosa es que una vez que superamos la primera etapa, la puramente irracional (visual-auditiva, sensorial) y nos adentramos en las explicaciones, los pasados, los sentidos y nos metemos de lleno en el ámbito más racional, se pierda cierta gracia y encanto, se te pase el susto primero y lo veas todo con algo más de distancia.
Por lo tanto, comienza bien, el prólogo es bueno, todo lo que sigue, la búsqueda de información, es más convencional y ordinario, pero interesante igualmente, muy entretenido.
Una fotografía azul verdosa, fría y sugerente, metálica y ominosa, y una siempre estupenda Watts son las mejores bazas. La dirección de Verbinski es correcta, atinada, sin florituras, eficaz.
El horror tecnológico (especialmente el que emana de la televisión y el propagado por el ruido insidioso de los teléfonos que podría significar un rechazo a la modernidad, al progreso, a todo lo nuevo), el pavor ante lo desconocido, el espanto ante la verdad oculta y, definitivamente, el que los reúne y resume a todos, el compendio y la suma total, el origen y final, la causa y la consecuencia..., sí, el miedo a la muerte (la propia y la de los seres más queridos); ese hecho tan evidente, común, democrático, rutinario e inevitable que nos condiciona tanto y que tratamos con todas nuestras fuerzas, racionales e irracionales, e instintos de hacer como que no, que no va con nosotros, que es solo un accidente que le ocurre a los demás, una maldita casualidad allá en el horizonte, muy lejos de todo, casi imposible de creer, inasumible realmente. Es decir, sabemos que nos vamos a morir, sin duda, pero en un nivel puramente intelectual, como si fuera una fórmula matemática o una jugada de ajedrez (la alineación de nuestro equipo de fútbol o el nombre del perro del vecino), en el plano físico, emocional, "de piel", no, ahí es inaceptable, no existe, esa "sensación" la mantenemos todo lo alejada que podemos; nos distraemos, ilusionamos, entretenemos, esperanzamos, soñamos, refugiamos... en todo tipo de creencias, religiones, añagazas, espectáculos, drogas, deportes, sexo, cultura..., todo y más para poder vivir y soportarlo, seguir adelante como si nada, tener hijos, levantarnos todos los días, trabajar..., amarnos, odiarnos..., cualquier cosa nos vale para no pensar en ello, para imaginar que nosotros seguramente nos salvaremos, que ya se inventará algo, alguna medicina o medicamento, o que suceda cualquier tipo de milagro y así pase el tiempo y ahí sigamos, por qué no.
Bueno, pues esta película es un acercamiento metafórico, más o menos acertado, a todos los miedos y, como consecuencia, al Miedo en sí. Una forma de conjurarlo a través de la ficción, de conocerlo y domesticarlo, rebajándolo, deformándolo, jugando con él; un intento de dominar a esa bestia tan oscura, terrible e implacable.
La fórmula es sencilla y habitual en estos casos: susto-investigación-susto... No hay más. En ese aspecto es muy previsible. Y está bien hecha, sin sorpresas, pero con elegancia. Otra cosa es que una vez que superamos la primera etapa, la puramente irracional (visual-auditiva, sensorial) y nos adentramos en las explicaciones, los pasados, los sentidos y nos metemos de lleno en el ámbito más racional, se pierda cierta gracia y encanto, se te pase el susto primero y lo veas todo con algo más de distancia.
Por lo tanto, comienza bien, el prólogo es bueno, todo lo que sigue, la búsqueda de información, es más convencional y ordinario, pero interesante igualmente, muy entretenido.
Una fotografía azul verdosa, fría y sugerente, metálica y ominosa, y una siempre estupenda Watts son las mejores bazas. La dirección de Verbinski es correcta, atinada, sin florituras, eficaz.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
En la parte final se lían un poco; resuelven el "problema" con demasiada facilidad y poca credibilidad para, como era de esperar, en el último momento hacer otro giro de guion y acabar con matarile, cara pochada y conclusión sandunguera: que solo quería que la escucháramos a la pobre, que se trataba nada más de un triste pásalo, de un mírala tú que a mí me da la risa y así igual me salvo, de una cadeneta del infierno en la que más tonto el último, vamos, de echarle el muerto (nunca mejor dicho) al de al lado, a cualquiera que pase por allí, de sálvese quien pueda, de hacer copias sin parar para que nuestra Samara querida siga eternamente despierta, siempre al acecho la cabrona.
En fin, que no está mal del todo, pero también da un poco de risa; eso sí, la salida de la tele de la melenuda malencarada está muy conseguida y, por otro lado, el pobre chico es una pena que muera de esa mala manera, era majo y guapete, sí, y un poco simplón además, pero sobre todo cometió el imperdonable error, se permitió el lujo asiático (por eso cayó realmente, no nos engañemos), a quién se le ocurre, qué huevazos, de no vivir con Naomi, pecado nefando, el que la hace la paga, la cuenta llega.
Apreciable, amena y hasta inquietante por momentos; no llega a más pese a su buena factura comercial, quizás por su falta de riesgo, por ser tan mansa y estar amaestrada.
En fin, que no está mal del todo, pero también da un poco de risa; eso sí, la salida de la tele de la melenuda malencarada está muy conseguida y, por otro lado, el pobre chico es una pena que muera de esa mala manera, era majo y guapete, sí, y un poco simplón además, pero sobre todo cometió el imperdonable error, se permitió el lujo asiático (por eso cayó realmente, no nos engañemos), a quién se le ocurre, qué huevazos, de no vivir con Naomi, pecado nefando, el que la hace la paga, la cuenta llega.
Apreciable, amena y hasta inquietante por momentos; no llega a más pese a su buena factura comercial, quizás por su falta de riesgo, por ser tan mansa y estar amaestrada.