Curiosa rareza.
Amor pop, filosofía, ciencia y cine.
¿Futuro cercano? en el que los niños son clasificados según su frecuencia. Dependiendo de tu acoplamiento con el ritmo del mundo, con las fuerzas de la naturaleza, estás sincronizado o desacompasado, conectado o desenchufado, tendrás una frecuencia más alta o más baja. Tendrás más opciones o menos, serás un triunfador o un fracasado. Aquí se puede ver una suave crítica al afán clasificatorio/discriminatorio de este tipo de pruebas infantiles en las que se intenta decir quien es apto y quien no, simplificando y reduciendo la compleja vida humana; un ejemplo cercano quizás sería la obsesión moderna por los test de inteligencia, como si se pudiese resumir en un número algo tan sutil, enrevesado y contradictorio. Pues en este caso lo mismo, pero desde un punto de vista más frío e impersonal, más científico y, en el fondo, humorístico.
La pareja ¿enamorada? la forman una niña de frecuencia altísima y un niño de frecuencia bajísima (negativa). Son incompatibles. Si están juntos la naturaleza se rebela. No pueden estar más de un minuto sin que pase un desastre.
Los niños crecen. Y llegan a jóvenes. Esa es la historia, su crecimiento y sus encuentros y desencuentros amorosos. El tercero en discordia será el amigo del chico, guía y teórico, visionario y sabio, que observa y modifica desde su contemplación omnisciente.
Película en clave, son Newton (la gravedad y la manzana), Curie (científica superdotada) y Adorno (filósofo de la música). Guiños cultos para jugar con lo contado, dándole una vuelta de tuerca alusiva.
Se trata de hablar de lo siempre, de amores imposibles, de superar dificultades y de enfrentarse al mundo. Pero contado de otra forma.
Y habrá misterio y las fuerzas vivas se opondrán.
Hay varias líneas narrativas:
- La tendencia humana al borreguismo y la mecanización nos lleva a la falta de sentimientos y la nula improvisación, a un mundo asfixiante e inane. El poder apoya la tecnología como forma de control y dominio.
- La música, las palabras mágicas, la ironía y el deseo serían el contrapunto necesario, el contrapoder, el enemigo del orden.
- El eterno tema: ¿tenemos libre albedrío o todo está determinado? ¿Importa?
Interesante experimento. Inteligente. Pero no es gran cosa. Flojea, se pierde, abre muchos temas pero peca de superficialidad y artificio impostado. Le falta peso y definición. Demasiada ambición para un acabado un tanto débil y dubitativo. Muy dispersa.