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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
8
Thriller. Drama Madrid, verano de 2011. Crisis económica, Movimiento 15-M y millón y medio de peregrinos que esperan la llegada del Papa conviven en un Madrid más caluroso, violento y caótico que nunca. En este contexto, los inspectores de policía Alfaro (Roberto Álamo) y Velarde (Antonio de la Torre) deben encontrar al que parece ser un asesino en serie cuanto antes y sin hacer ruido. Esta caza contrarreloj les hará darse cuenta de algo que nunca ... [+]
16 de noviembre de 2016
78 de 118 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película valiente, muy ambiciosa, excesiva. Arriesga tanto que llega a ese punto en el que lo sublime y lo ridículo se tocan y casi no se diferencian. Pero la moneda cae de cara.
Es cine de género, con todo lo bueno del mejor policíaco norteamericano pasado por nuestra mirada "rabiosamente actual" (siempre quise escribir esta expresión) y española.
Es un espectáculo autoconsciente y ensimismado que solo remite a sí mismo, y ese es su acierto, que no requiere explicaciones exteriores ni contexto (lo hay y muy significativo, pero acaba resultando mero decorado, quizás como lejano ruido de fondo que señala una sorda desesperación, una carcoma insidiosa que cubre todo de un polvo de repugnante asfixia), que bebe de su propio veneno y se basta y se sobra solo.
Es gran estilo; fuerza, potencia, rotundidad (parece que estoy vendiendo un coche fabuloso, y más o menos). Se aprovechan todas las posibilidades; la música, los actores, la escritura, el espacio, la fotografía, para arropar una historia básica en su planteamiento y enorme en su pegada, que trasciende, crece y explota, explota mi corazón.
Es Roberto Álamo. Inmenso, colosal, tan brutal como sutil. Se come a bocados de verdad y grandeza cada trozo de cada fotograma, llena a su personaje de hondura, gracia crispada, humanidad y dolor. El resto ayuda, pero destacaría también a Pereira, buena creación, necesariamente excesiva. De la Torre cumple, repite un modelo que domina con solidez pero sin riesgo, el de la contención y el desarreglo ("Caníbal" o "Tarde para la ira", por ejemplo, personajes de parecidas características).
Es un argumento que alude al cine clásico, al de asesinos en serie más tradicional (pienso, por ejemplo, en "El cebo" de Vajda, por eso quizás contrasta su raíz argumental un tanto arcaica a estas alturas tan pasadas de vueltas con una forma radicalmente contemporánea de tonos fríos, sonidos fuertes y desolación permanente; solemnidad, desvarío y soledad sin referentes, seres perdidos en un mundo absurdo en su maldad sin centro ni motivo, espiral de horror, vórtice de corrupción insondable; se le podría rastrear la pista siguiendo a autores como Peckinpah, Mann, el de "Heat" especialmente, Fincher y sus catedrales "Seven" y "Zodiac", Nolan, el más primerizo, el de "Memento" o "Insomnio", Villeneve, con su "Sicario", Paul Thomas Anderson y "Embriagado de amor" o "Pozos de ambición", los Coen de "No es país para viejos" y seguro que muchos más que ahora no me acuerdo o no he visto, imposible), pegado al suelo del día a día de una investigación que acaba siendo una exploración del mal o, si nos ponemos más estupendos todavía, una radiografía desoladora del estado actual de cosas, entre la barbarie como espectáculo y la angustia como aire que nos ahoga imperceptible pero dolorosamente, hijos todos de, Jason no, Patrick Bateman.
Dos opuestos eternos: poli malo, poli bueno. El que se come el mundo a fuerza de puñetazos de desesperación y rabia, su vulnerabilidad y asco expresados a través de una violencia sin control ni medida; y el que casi no puede hablar, paralizado de miedo y desconcierto; el que vive hacia fuera y el que no puede salir de su armadura, atrapado. Podrían ser arquetipos, pero están lo suficientemente matizados para llegar más lejos. Son dos hombres desconectados, fuera de todo, ángeles caídos (en desgracia). Profesionales de verdad; honrados a su manera, uno temerario y el otro acobardado. Pecadores, uno por exceso y el otro por defecto. Idealistas a su modo extraño, mientras que los demás trabajan por dinero o como modo de ascenso social, ellos no, ellos lo perdieron todo por el camino y su oficio es lo único que les queda, tienen y quieren de verdad ya que están esencialmente solos, por mucho que puedan parecer acompañados.
Es cine español del bueno, del hermoso. Como "La isla mínima" o la ya citada más arriba "Tarde para la ira", todavía mejor, sería la hermana mayor de la de Arévalo, aquella era un cuento, esta es una novela. Todos estos jóvenes directores asumen las influencias, en su mayoría extranjeras, las asimilan con provecho y las regurgitan con gran arte imitativo.
Es un gozo denso, logrado, feliz.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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