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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
4
Thriller. Drama. Romance Mientras los cálidos vientos azotan las noches de La Habana, el inspector de policía Conde conoce a Karina, una enigmática mujer por la cual se siente profundamente atraído. Al mismo tiempo le asignan la investigación de la violación y asesinato de Lissette Núñez, una profesora del instituto donde estudió el propio Conde. Al tiempo que la relación con Karina se hace más intensa, Conde trata de reconstruir la vida oculta de Lissette para ... [+]
9 de octubre de 2016
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es cine negro, eso seguro. Es decadencia habanera, también.
El resto es más dudoso, una serie de líneas que se cruzan y fugan, unas paralelas y otras más curvas, un batiburrillo de tramas, crímenes y amores de mirada pueril y tendencia escabrosa.
Es una floja película. Artesanal, con honrado trabajo detrás. Pero acaba cayendo en la mediocridad. A pesar de un comienzo interesante, prometedor, de una atmósfera turbia y sensual, de una intriga que parece saber donde va y de un personaje principal, Mario Conde (manda huevos con el dichoso nombre), que es inevitable que te caiga simpático (es el eterno y majete Perugorría -también sale Vladimir Cruz, "Fresa y chocolate" en el recuerdo- haciendo de policía que querría ser escritor, de borrachuzo enamoradizo, de un hombre desilusionado pero todavía ingenuo, que cuando está con sus amiguetes y hablan del mundo que se fue para nunca más volver, de la revolución fracasada, te lleva a otra película reciente, "Regreso a Ítaca").
La comisaría parece cómic, caricatura, los amores remedan tópicos que ya hace tiempo eran anacrónicos, no digamos hoy, la pura argamasa delictiva se cae a pedazos de pereza y obviedad y toda la parte estudiantil es ya directamente ridícula. Esa maestra bohemia y perdida, de carnes comunales y muy apetitosas, con esos pupilos como tábanos zumbones al retortero de las veleidades y trapicheos de la tutora libidinosa resultan, todos, ella y los cachorros y el director y el motorista del infierno, circo ambulante, teatro de variedades, truhanes y barragana de tres al cuarto, bagatelas para una tontuna.
Si la crónica negra cuando es ficcionada o directamente inventada, ya sea a través de novela o película, se dice que utiliza el argumento, la acción, como excusa para hacer un retrato, incisión quirúrgica en la realidad, de la sociedad, en este caso nos debemos conformar con planos aéreos de azoteas en ruinas y vista general de una Habana vetusta, a jirones, desgarrada y doliente. Nada se dice de los dominios del lobo, de la zona cómoda de la clase que manda, de esa gente que dirige el pequeño mundo de la isla caribeña con mano de hierro, oxidada pero férrea. Apenas tres o cuatro facinerosos que dan lástima, desharrapados y timoratos en sus maldades pírricas, son los responsables, junto a algún traficante o púber pinguero, de los truculentos hechos que nos cuenta esta obra cuidada pero demasiado atada a lugares comunes trasnochados, a enseñanza de cuerpos hermosos pero innecesarios y a un discurrir extenuado, pesado, ralo, de redacción de instituto, sin brillo ni gracia.
No está del todo mal, tampoco bien. Un dejarse llevar hacia ninguna parte. Un ejercicio pulcro, sin quiebras ni revueltas, facilón, bonico, prescindible, simpático en su irrelevancia e inocencia ya huida.
Ferdydurke
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