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Voto de Ferdydurke:
3
6,7
1.179
Comedia. Musical
El padre O'Malley acaba de llegar a su nuevo destino como sacerdote del colegio de monjas y la parroquia de Santa María, en un barrio humilde de Nueva York. Pronto se verá enredado en los problemas del barrio y de los alumnos, lo que le lleva a formar un coro para sacar a los chicos de la calle. La vida del colegio le lleva a estrechar la relación con la hermana Benedicta, superiora del convento y directora del colegio, y a participar ... [+]
13 de diciembre de 2022
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera mitad es bastante buena, la segunda es más bien desastrosa; se pasa de una tierna pillería (muy) bien escrita, desarrollada e interpretada a la resolución postrera de problemas a través de atajos (añagazas, argucias, matufias, patrañas, artimañas) de todo tipo, tahúres, tristes, lamentables. Veámoslo mejor con ejemplos.
(Peligro de spoiler por falta espacio más abajo)
Ahora recuerdo dos escenas al principio (muy) brillantes, muy bien hechas, simpáticas, con sustancia, la de la pelea con ensayo previo, todo ese proceso con la escena en la que ella le enseña a dar con gracia palos es un prodigio, se alarga interminable felizmente y se concluye insuperablemente, e igual pasa o sucede con la fábula sobre el sentido común que no puede acabar de un modo más inteligente, sorprendente o gracioso, ser o no ser, esa es la cuestión, el meollo.
Los diálogos entre los dos, por otra parte, el arte del boxeo, están muy bien también, llenos de sutileza y soterrada lucha de poder a la par que de respeto y educación y hasta admiración, dialéctica de esgrima fina.
Bueno, pues ahora pongamos ejemplos de lo malo. Tres.
El primero se refiere o atañe a la historia del viejo avaro necio Mr. Scrooge que de un rato para otro, largo, eso es cierto, pasa de cabrón con pintas a benévolo y generoso mecenas por quítame ahí esas pajas, es decir, por un catolicismo supersticioso pueril absurdo de lo más bobo, sin ningún sentido, lo del corazón tiene sus razones y todo eso que me curo porque soy ya la mar de bueno, giro lerdo que no hay por donde cogerlo, sin el más mínimo anclaje con la realidad que antes sí que abrazaban con ingenio y claridad, ahí pierden pie, completamente.
O qué decir de cuando la niña santa va con el vestidito a casa de su, más o menos, querida mamá y allí se encuentra o coincide con un maromo que es en verdad su tan ausente papa, pero que ella cree, la fuerza de la costumbre, que es, se supone, otro, ay, más, de la infinita ominosa lista, cliente de ella, de la mama, de profesión... la más del mundo vieja, esa, perdida, confiesa, qué pena, todo ese caso o coso suceso implica una desagradable mezcla de moralidad pacato hipócrita con melodrama revenido de tercera, todo de alpargata, hinchado sin ganas, y está resuelto, ese periplo o martirologio, de aquella manera, de forma tan inverosímil como chapucera, pamplinera, buenismo pillado por los pelos por decirlo con un eufemismo, los padres se arreglan y ahora ya son todos felices gracias a la providencia o lo que sea, la familia (casi) perfecta, no hay quien se lo trague o crea, mierda seca.
(Peligro de spoiler por falta espacio más abajo)
Ahora recuerdo dos escenas al principio (muy) brillantes, muy bien hechas, simpáticas, con sustancia, la de la pelea con ensayo previo, todo ese proceso con la escena en la que ella le enseña a dar con gracia palos es un prodigio, se alarga interminable felizmente y se concluye insuperablemente, e igual pasa o sucede con la fábula sobre el sentido común que no puede acabar de un modo más inteligente, sorprendente o gracioso, ser o no ser, esa es la cuestión, el meollo.
Los diálogos entre los dos, por otra parte, el arte del boxeo, están muy bien también, llenos de sutileza y soterrada lucha de poder a la par que de respeto y educación y hasta admiración, dialéctica de esgrima fina.
Bueno, pues ahora pongamos ejemplos de lo malo. Tres.
El primero se refiere o atañe a la historia del viejo avaro necio Mr. Scrooge que de un rato para otro, largo, eso es cierto, pasa de cabrón con pintas a benévolo y generoso mecenas por quítame ahí esas pajas, es decir, por un catolicismo supersticioso pueril absurdo de lo más bobo, sin ningún sentido, lo del corazón tiene sus razones y todo eso que me curo porque soy ya la mar de bueno, giro lerdo que no hay por donde cogerlo, sin el más mínimo anclaje con la realidad que antes sí que abrazaban con ingenio y claridad, ahí pierden pie, completamente.
O qué decir de cuando la niña santa va con el vestidito a casa de su, más o menos, querida mamá y allí se encuentra o coincide con un maromo que es en verdad su tan ausente papa, pero que ella cree, la fuerza de la costumbre, que es, se supone, otro, ay, más, de la infinita ominosa lista, cliente de ella, de la mama, de profesión... la más del mundo vieja, esa, perdida, confiesa, qué pena, todo ese caso o coso suceso implica una desagradable mezcla de moralidad pacato hipócrita con melodrama revenido de tercera, todo de alpargata, hinchado sin ganas, y está resuelto, ese periplo o martirologio, de aquella manera, de forma tan inverosímil como chapucera, pamplinera, buenismo pillado por los pelos por decirlo con un eufemismo, los padres se arreglan y ahora ya son todos felices gracias a la providencia o lo que sea, la familia (casi) perfecta, no hay quien se lo trague o crea, mierda seca.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Y lo peor de todo, a la tercera va la vencida, con (mucha) diferencia, lo de la enfermedad de ella y toda la pesca, esa dicotomía grotesca siniestra que plantean, vamos a ver que nos perdemos, osea (todo junto), que es mejor no decirle a la pobre santa de espíritu perfecto a prueba de bombas que tiene una enfermedad de la que pronto va a sanar si todo va normal y se va a descansar, no vaya a ser que sufra mucho cuando se entere, claro, en cambio, lo ideal de la muerte (sí) es mandarla a tomar por culo, ponerla de patitas en la calle, desterrada, nada menos que a Arizona, alejarla de todo lo que más necesita y quiere, el aire que respira, sin darle una miserable explicación, mutis por el foro, que seguro que eso no le causa tanto dolor ni tristeza como lo otro, qué va, nada que ver, ni al que asó la manteca, ni al peor guionista del mundo, de hecho, Bing Crosby pone caras como diciendo, Dios mío lo que nos toca interpretar, dame, señor, paciencia, idea, por tanto, de bombero sería decir poco, del médico para más inri o mayor delito (qué miedo, qué peligro tienen siempre los galenos, no hay que dejarlos solos, jamás ni una mijita que piensen o cualquier decisión tomen), y con el consentimiento (no le gusta mucho, pero cede, se dobla o tuerce, intelectual de la felonía cómplice, colaborador, del crimen de lesa gravedad moral, necesario) del cura, otro que tal baila (ciencia y religión en comandita, las dos cabezas de la hidra, sigue y suma, mal de males, de cada casa lo peor, susto o muerte, o te matamos a sangre fría o te damos la extremaunción), pues nada, hasta el último momento ahí andan metidos haciendo el indio (esto es todavía más absurdo que aquella de Mogambo en la que para tapar una infidelidad los censores se inventaban o sacaban de la manga un incesto, como si en lugar de darte una hostia para que entres en calor o algo aprendas, así es la vida, te diesen ochocientas, una buena somanta, para que así no sientas ni padezcas, anestesia, mejor te mueras, lo dicho, mucho peor el remedio que la enfermedad, lógica retorcida y disparatada que con el citado sentido común no tiene que ver nada, alergia le tienen al bendito o pobre), mareando la perdiz, dándole a entender que su cañón curita del alma la odia (del que anda, además, muy seguramente, a su manera platónica pura, solo faltaba, como una cervatilla enamorada), nada más lejos de la realidad, y ella rabia, desconsoldada, rota, descompuesta, arrasada, llora que llora por las esquinas como la zarzamora hasta que al mendrugo o padre Crosby se le enciende la única luz que todavía algo alumbra, muy poco, no da ni para leer el periódico, y la llama y todo en un periquete se arregla, era broma, perdona, qué cruz, que impío, sufrir tanto para nada, delirante agonía, esto no hay quien lo soporte o resista, me haré hare krishna.
Está tan bien hecha como tremendamente mal rematada la faena, se pierden en tontas trampas innecesarias, en folletines sentimentales infantiles, en rizar el rizo, torturarlo sin motivo, es argumental finalmente estrepitosa, total (con o sin coma entre medias, usted elige o elija, wood) nada.
Está tan bien hecha como tremendamente mal rematada la faena, se pierden en tontas trampas innecesarias, en folletines sentimentales infantiles, en rizar el rizo, torturarlo sin motivo, es argumental finalmente estrepitosa, total (con o sin coma entre medias, usted elige o elija, wood) nada.