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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
5
Drama El objetivo de Andrew Neiman (Miles Teller), un joven y ambicioso baterista de jazz, es triunfar en el elitista Conservatorio de Música de la Costa Este. Marcado por el fracaso de la carrera literaria de su padre, Andrew alberga sueños de grandeza. Terence Fletcher (J.K. Simmons), un profesor conocido tanto por su talento como por sus rigurosos métodos de enseñanza, dirige el mejor conjunto de jazz del Conservatorio. Cuando Fletcher ... [+]
21 de enero de 2015
35 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Madre del amor hermoso. Se ve que como en el ejército estaban hasta la boina de majaderos siniestros, de mequetrefes con ínfulas y patanes chusqueros, los mandaron a ganarse el pan y buscarse la vida sin el amparo protector de su santa institución. Seguro que la culpa, el origen del accidente que nos ocupa, fue del añorado Kubrick, que con "La chaqueta metálica" y todo su sarcasmo feroz ridiculizó hasta tal punto a esa banda de gañanes que se tuvieron que meter debajo de la cama durante un tiempo. Sí, recordad a aquel sargento gritando lindezas como si estuviera recitando el Cantar de los Cantares, aquella poesía del insulto, aquella oda (revirada, cachonda, paródica, sarcástica, ácida..., definitiva) a los voceros cuarteleros, a los descerebrados de los campos de entrenamiento, a tanto tonto con pretensiones de diva, a tanto pelma sin cerebro y ganas de hacer el ridículo. Recordad, también, cómo con ese método, supuestamente tan eficaz y pensado, solo conseguían un asesinato-suicidio (loco lo volvían con tanta idiotez al pobre orondo) y un pelotón de tipos deshumanizados y sin alma que, para risión definitiva y mucha mala leche, ni siquiera eran eficaces guerreros (la "niña" vietnamita casi les hace puré a todos ellos, ella solita con su fusil). Y como Kubrick se los cargó, reflejándoles les avergonzó para los restos, pues se ve que uno de esos iluminados patanes se nos ha colado en esta peli, ni más ni menos, como lo oye, en un Conservatorio de Música (sí, es para morirse del susto). Y ahí le vemos dando voces garrulas y haciendo el indio a todas horas, moviendo los brazos cual mamarracho, diciendo bobadas sin cuento y creyéndose alguien a fuerza de poses disparatadas. Vamos, que el virus ha mutado y se nos ha hecho concertista y enseñante. Para echarse a temblar o emigrar directamente. Su pupilo penará con ahínco, entre sangre (literalmente) y mucho susto, convirtiéndose en psicópata peligroso primero, kamikaze tenebroso después y ovejita triunfante finalmente. Un vía crucis a lo bruto, sin medias tintas ni mariconadas (¿se dice así, ¡oh capitán, mi capitán!?).
La peli, hay que reconocerlo, como experiencia puramente sensorial está muy bien, merece la pena, vigorosa y magníficamente rodada, directa y sin coartadas, sabe lo que quiere y es coherente y honrada, con un par de actores fabulosos y grandes momentos musicales (el último es evidente). Ahora bien, lo que dice, en fin, que a estas alturas todavía nos metan de rondón en una "gran" producción (nominada a los Óscar aunque no tenga un gran presupuesto) la tesis (ya sé que en el fondo todo es una gran excusa para mostrar la ristra de típicos tópicos que hablan de la superación y demás zarandajas, pero eso no quita para observar lo evidente y tratar de señalarlo), por llamar de alguna manera a este rebuzno, de que la letra con sangre entra, manda narices, huevos o lo que queráis. Que no, señores, que el insulto, la humillación, el miedo, la brutalidad, la vejación, la... no sirven para nada, no mejoran nada, no enseñan nada, no son un método de nada, no..., solo es una mezcla explosiva de barbarie y estupidez, una regresión mema, un espanto sin disimulos. Claro que son necesarias la disciplina y la renuncia, el trabajo constante y la dureza, por supuesto, pero no solo eso y hasta cierto punto. Tanto como el sentido común, la razón, la bondad (sí, por increíble que parezca), la comprensión, la alegría (también, no os sorprendáis), la paciencia, el cariño... Es que si no, lo que aceptamos es lo siguiente, que hay dos opciones: o quedas apartado, eliminado, filtrado, escondido, "limpiado"... porque no das la talla y solo mereces, en el mejor de los casos, desprecio, o, de lo contrario, eres un blando y un vago y un mimado que solo necesitas que te "fuercen" para sacar el "genio" que llevas dentro. Unido, en el fondo, a esa puñetera, y obsesiva obsesión, por ganar, triunfar y convertir todo, hasta la música, en una competición de tipos egoístas, iluminados y desquiciados, que harán lo que sea (todo lo que sea) para ganarse su lugar en el paraíso, su trozo del pastel, su parte en la memoria colectiva. Y esta ideología no hace falta ser muy culto o muy lúcido para saber que se hermana, se parece triste, blanda, patéticamente a lo más rancio y superado (se supone), a esas palabras tan horribles, gastadas de tanto usarlas para todo y que suenan tan mal, sí, todas esas que acaban desgraciada y casualmente en ismo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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