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Voto de Ferdydurke:
5
5,5
183
Western
Terminada la Guerra Civil norteamericana (1861-1865), las tierras de la familia de Belle Starr (Gene Tierney) han ido a parar a manos de los yanquis. Durante el conflicto, Belle, muy comprometida con la causa sudista, se casó con el líder confederado Sam Starr (Randolph Scott). Una vez concluida la contienda, la hermosa Belle se convierte en una proscrita y se dedica a combatir contra el expolio yanqui de los estados del Sur. (FILMAFFINITY) [+]
22 de noviembre de 2022
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera media hora es fastuosa, hijos e hijas de la esperanza celestial, casi, de un modo u otro, y a ella verla contemplarla o admirarla, una puta locura, esos primeros planos, panos cosmatos, pan con tomate, al óleo pintados, después intentan arreglarla conducirla adecentarla y la pifian, para en el último momento tratar de salvar los muebles, salvarla de la quema y a medias, cierto, de hecho aquí se dice lo que algo más tarde se haría famoso en Liberty Valance, aquello de la leyenda y la verdad y que la primera es la mejor parte de la segunda o preferible en todo caso cuando de contar cuentos o escribir periódicos o la más oficial historia, incluso películas, se trata, de amansar convencer encantar al personal más renuente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En la primera parte, la película apuesta por los forajidos, por Bonnie and Clyde, por la lucha revolucionaria sudista en plan maquis desesperados/desorejados por los bosques originales y los montes montaraces, la caraba, el carajal, lo cual, obviamente, es y era un sacrilegio, una atrocidad o barbaridad, una herejía, un contradiós, por lo que a continuación ya dicen que no, donde dije digo, digo diego, que todo había sido un sueño, pesadillesco, no tan perfecto ni mucho menos, y que la cosa se está torciendo o pudriendo pervirtiendo, que están sacando las patitas, enseñando o mostrando su verdadero rostro facineroso rufianesco estos viles levantiscos, que son ahora malotes, pero tampoco del todo, no lo tenemos tan claro, del coro al caño y del caño al coro, con lo que la cosa se calma, equilibra o soluciona resuelve, eso era, con la mentira o la leyenda, con el sacrificio ritual, holocausto personal, de esa bellísima dama sureña de tan rancio abolengo, de porcelana y alabastro muñeca, como para un museo de cera, que ni el viento la roce, a ella.
Lo gracioso de este aspecto más políticamente adecuado o correcto es que tratan de arreglar los conflictos más peliagudos o intrincados vidriosos sin molestar a nadie y echando piropos a todos, sin acoso ninguno, verdadero, to er mundo é güeno, aquí todos los protagonistas o personajes en juego y todas las causas que defienden o por las que luchan a muerte son estupendas y maravillosas, las compro, pero el problema son las malditas excepciones en forma de diablos humanos, hombres muy malos, manzanas podridas, ya sean los terribles hermanos Cole, qué miedo, nefandos elementos, o, por el otro lado, por el Norte, ese viejo pellejo, esa sabandija asquerosa que hasta los de su propio bando acaban despreciando por miserable pendejo. Es decir, la culpa fue del cha cha cha o de tres pobres desgraciados que pasaban por allí, juan nadies, nunca jamás de los que mandan o mandaban, los que toman o tomaban las grandes decisiones y empezaban o terminaban las guerras con un criterio tan humanista y certero, tan necesario y justiciero, la fe del carbonero, qué va, ni por casualidad, cómo eso puedes ponerte a pensar ni por un momento, ni por casualidad.
Cine obediente y domado o sumiso, no como aquella de Kubrick, Senderos de gloria, en la que se hacía responsables a los altos mandos de todas las muchas y variadas y aberrantes atrocidades y de las sin número sanguinarias estupideces, no a los pichis o chiquilicuatres, también es cierto que en esa obra hacían referencia a una guerra pasada y, sobre todo, lejana, no como en esta ocasión tan de casa o entre hermanos y compañeros de escuela o juegos.
Todos guapos, el hermano, Randolph, Dana, los tres perdidamente enamorados hechizados hermanados en ese sentido por la devoción hacia la diosa Tierney y no es para menos, sí, la más guapa del mundo entero.
¿Toda revolución o movimiento de resistencia o de liberación o de negación a abandonar unos privilegios egregios injustos absurdos adquiridos de mala manera acaba o se transforma o degenera indefectiblemente en burocracia y conchabeo, en burguesa hipócrita opresiva o sin embargo también o además en pillaje o crimen, en rapiña o saqueo, poder o muerte? ¿En lo primero, lo segundo, lo tercero, todo junto, siempre?
Lo gracioso de este aspecto más políticamente adecuado o correcto es que tratan de arreglar los conflictos más peliagudos o intrincados vidriosos sin molestar a nadie y echando piropos a todos, sin acoso ninguno, verdadero, to er mundo é güeno, aquí todos los protagonistas o personajes en juego y todas las causas que defienden o por las que luchan a muerte son estupendas y maravillosas, las compro, pero el problema son las malditas excepciones en forma de diablos humanos, hombres muy malos, manzanas podridas, ya sean los terribles hermanos Cole, qué miedo, nefandos elementos, o, por el otro lado, por el Norte, ese viejo pellejo, esa sabandija asquerosa que hasta los de su propio bando acaban despreciando por miserable pendejo. Es decir, la culpa fue del cha cha cha o de tres pobres desgraciados que pasaban por allí, juan nadies, nunca jamás de los que mandan o mandaban, los que toman o tomaban las grandes decisiones y empezaban o terminaban las guerras con un criterio tan humanista y certero, tan necesario y justiciero, la fe del carbonero, qué va, ni por casualidad, cómo eso puedes ponerte a pensar ni por un momento, ni por casualidad.
Cine obediente y domado o sumiso, no como aquella de Kubrick, Senderos de gloria, en la que se hacía responsables a los altos mandos de todas las muchas y variadas y aberrantes atrocidades y de las sin número sanguinarias estupideces, no a los pichis o chiquilicuatres, también es cierto que en esa obra hacían referencia a una guerra pasada y, sobre todo, lejana, no como en esta ocasión tan de casa o entre hermanos y compañeros de escuela o juegos.
Todos guapos, el hermano, Randolph, Dana, los tres perdidamente enamorados hechizados hermanados en ese sentido por la devoción hacia la diosa Tierney y no es para menos, sí, la más guapa del mundo entero.
¿Toda revolución o movimiento de resistencia o de liberación o de negación a abandonar unos privilegios egregios injustos absurdos adquiridos de mala manera acaba o se transforma o degenera indefectiblemente en burocracia y conchabeo, en burguesa hipócrita opresiva o sin embargo también o además en pillaje o crimen, en rapiña o saqueo, poder o muerte? ¿En lo primero, lo segundo, lo tercero, todo junto, siempre?